𝐈𝐈. 𝐋𝐚 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐢𝐞𝐫𝐨𝐧

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1º de abril de 1931.

En este momento debería de estar en mi cama pero ya es por demás conocido que la inspiración llega a mí a altas horas de la noche, así que continuaré escribiendo.

Me duelen las costillas por el corsé y tengo los pies llenos de ampollas. Tal como expuse en mi entrada anterior, el viernes 31 de marzo sería la cena de gala de la revista de Ada, y así lo fue. Se llevó a cabo en la mansión de uno de sus hermanos, a las afueras de Birmingham, y lo que ocurrió esta noche me marcó en cuerpo y alma.

Siempre he tenido tendencia a exagerar y a darle demasiado dramatismo a las cosas, y mis amistades se han tomado la molestia de recordármelo siempre que han podido. Ada ha sido una de ellas y por eso, le estoy eternamente agradecida. Si no hubiese sido por sus consejos y regaños, jamás habría asistido a la cena: estaba demasiado nerviosa y esperaba lo peor. Después de todo, sería la primera vez que leyera en público uno de mis poemas. Me daba terror imaginarme la cara de los invitados, hombres de cultura en su mayoría, oyendo la desinhibida poesía de una mujer de mi clase.

Mis miedos se hicieron realidad en parte gracias a cierto invitado, pero por otro lado tuve el placer de ser admirada por mi amiga y su extraña familia, en particular, por uno de sus hermanos.

Su nombre es Thomas, y lo vi por primera vez durante la recepción.

Me encontraba aturdida por los lujos que me rodeaban y me asía al brazo de Ada como un niño pequeño se aferra a las faldas de su madre. El coñac se balanceaba en la copa de cristal a causa de mi pulso nervioso cuando dos hombres y una mujer se acercaron a nosotras. La mujer desprendía un aroma a perfume francés tan fuerte que por un momento me embriagó más que la bebida que me obligaba a beber. A pesar de su edad, llevaba un precioso vestido rojo con un escote pronunciado y un collar de perlas auténticas le decoraba el fino cuello. Uno de los hombres era bastante alto y esbelto y, por detrás del poblado bigote, se lo veía igual de nervioso que yo; el otro, sin embargo, tenía la serenidad pintada en el anguloso rostro y, cuando clavó sus ojos azules en mí, un escalofrío me recorrió el cuerpo.

—¿No nos vas a presentar a tu amiga? —preguntó la mujer antes de llevarse la boquilla a los labios.

Mentiría si dijera que no me sentí intimidada por la presencia de esos tres. Había algo particular en ellos, cierta actitud que no correspondía a la clase social que pretendían representar. Sabía que, al igual que yo, Ada había pertenecido a la clase obrera antes de que el negocio de su familia comenzase a funcionar extremadamente bien, pero de eso hacía ya muchos años y conociendo el tipo de mujer que era Ada, me llamó la atención que su familia aún tuviese comportamientos remanentes del proletariado.

—Su nombre es Olivia Westerling, es poetisa y nos conocimos en Londres —me presentó mi amiga—. Olivia, te presento a parte de mi familia. Ella es mi tía Polly y es como una madre para mí.

La mujer estiró su mano enguantada y estrechó la mía con cierta altanería.

—Elizabeth Gray —se presentó ella. Entendí entonces que el apodo "Polly" era solo para los cercanos.

—Yo soy Arthur —el hombre de bigote se apresuró a decir su nombre, hablando por encima de Ada, la cual se disponía a presentármelo—. Hermano mayor de Ada.

—Y él es mi otro hermano mayor, Thomas —dijo mi amiga, finalmente, presentándome al hombre que restaba.

Thomas no pronunció palabra. Asintió con la cabeza de manera sutil y casi educada para luego proceder a ignorarme por completo. Llevaba un cigarrillo entre los dedos que no tardó en acercarse a la boca para dar una larga pitada.

𝐁𝐎𝐑𝐍 𝐓𝐎 𝐋𝐎𝐒𝐄 | Tommy Shelby  x  OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora