𝐗𝐗𝐗𝐈. 𝐒𝐞𝐢𝐬 𝐬𝐞𝐦𝐚𝐧𝐚𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐬𝐚𝐧𝐚𝐫

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Seis semanas habían transcurrido desde aquella infame mañana. Seis semanas en donde Tommy se dedicó enteramente a olvidarse de Olivia. O a intentar, al menos.

Utilizó todos los medios posibles. Empezó con el whiskey, el cual bebía como si se tratara de agua y cuya compañía le sosegaba el ardor ocasionado por la furia. Siguió con el láudano, aquel viejo amigo que por momentos iba y venía pero que siempre estaba allí a la espera de que algo, cualquier cosa, lo golpease lo bastante fuerte como para que no le quedara de otra que recurrir a su adormecedor abrazo. Continuó con las putas y lo hizo porque ya no tenía a Lizzie: las demostraciones de afecto eran vacías y fugaces pero, en ellas, Tommy trató de suplir las caricias de Olivia. Durante las incontables veces que yació con mujeres, se esforzó para quitar a Olivia de su cabeza y concentrarse en el efímero placer de lo carnal.

Fue de Birmingham a Londres y de Londres a Birmingham. Se emborrachó y se lió a golpes en las calles sucias de Small Heath. Paseó por Piccadilly Circus mientras una desconocida que había "conocido" la noche anterior se le aferraba del brazo como si fuera su esposa. Condujo al límite de la velocidad y anduvo a caballo por sus tierras, sin parar, hasta que le dolieron los muslos de tanto cabalgar.

Tommy hizo muchas cosas, todas ellas en extremo diferentes, pero con un único factor común: no importaba la actividad que llevara a cabo o cómo intentase despejar su mente, sus pensamientos siempre lograban alcanzarlo y entonces los ojos le ardían a causa de la rabia y la vergüenza.

En algún momento, había logrado deshacerse de los diarios. Fue, quizás, durante la segunda semana que le siguió a su arrebato de cólera. Sentado en su estudio, descubrió lo mucho que le perturbaba aquella cantidad de cuadernos que habían pertenecido a Olivia e intentó alejarlos de su vista escondiéndolos en mueble. Pero su mente sabía que los cuadernos estaban allí y que, en uno de ellos, Olivia había relatado la ocasión en la que había follado con Michael.

Cargó a Arthur con la caja repleta de diarios y le ordenó que se la llevase a Ada. Seguramente, su hermana ya supiese que él se había enterado de la traición de su amiga y quizás fue por eso mismo que no se apareció hasta esa tarde.

Se encontraba repantigado en su silla mientras sentía cómo el alcohol le nublaba la vista. Con un cigarrillo entre los dedos, dio una larga pitada y exhaló el humo. Se entretuvo con los jirones grisáceos que danzaban encima de su cabeza hasta que, de pronto, la puerta se abrió y su hermana se introdujo al estudio. Ésta se paró en seco luego de dar un par de pasos y él reconoció que en brazos traía la caja que le había devuelto.

—Vaya —murmuró Ada—. Este es el déjà vu más extraño que he tenido.

Tommy no pudo evitar la sonrisa ebria que se le dibujó en los labios.

—Aquí estamos de nuevo, cuatro meses y medio después. —Recordó el día que Ada le había llevado los diarios por primera vez—. Yo, hundiéndome en mi miseria y tú, sosteniendo esa misma caja de mierda, obligándome a leer los diarios. Porque es a eso a lo que vienes, ¿verdad? —cuestionó.

Su hermana emitió un suspiro cargado de exasperación y sin decir absolutamente nada, colocó la caja encima del escritorio. Acto seguido, se sentó frente a él.

—No voy a obligarte a leer, Tom. Simplemente, creo que estás exagerando.

—¿Ah, sí? —Tommy entornó los ojos. Las palabras de su hermana le habían molestado—. ¿Y cuál sería la exageración, según tú? —se acomodó en la silla y enfrentó a Ada. Esta última no pareció intimidarse.

—No sabes cómo se dieron las circunstancias, porqué Olivia hizo lo que hizo y de qué manera lo hizo. No sabes...

—Sí sé de qué manera lo hizo —interrumpió a su hermana—. Permitió que Michael le metiera la polla y esa es explicación suficiente —la rabia le encendió el rostro.

𝐁𝐎𝐑𝐍 𝐓𝐎 𝐋𝐎𝐒𝐄 | Tommy Shelby  x  OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora