Era media noche y Kate despertó al sentir la fría brisa del viento que entraba por la ventana y envolvía su cuerpo. Al abrir sus ojos buscó con su adormecida mirada el motivo de aquella brisa.
Al parecer la ventana se abrió un poco gracias a la lluvia y las fuertes ráfagas ventosas que la acompañaban. Por lo que se levantó de su cama y caminó hasta allí cerrando los vidrios con seguro para no volver a pasar frío durante la noche.
En su intento por regresar a la cama, se llevó un susto al voltear y toparse con un hombre, de rostro pálido, nada familiar, sentado en su cama. Esta persona llevaba un sombrero, vestía con una camisa negra, que tenía desabotonada y unos pantalones a juego.
Kate, desconcertada por la presencia de aquel individuo, se echó lentamente hacia atrás recargando el peso de su espalda en el vidrio cerrado de su ventana.
—¿Quién sos? —logró decir con voz temblorosa mientras intentaba mantener la calma.
Pese a esto el hombre no respondió, sólo la miraba fijamente y ella no sabía cómo afrontar aquella situación.
En ese momento vivía sola, su marido había fallecido hace unos pocos meses y su hija estaba viviendo con su abuela, esos eran motivos suficientes por los cuales sabía muy bien que si ese hombre planeaba hacerle daño, era su fin.
A los poco minutos, el hombre se puso de pie y se acercó a ella. Lo suficiente como para tenerla acorralada y pasar su lengua lentamente por la morena mejilla de la mujer, quien arrugó la nariz y cerró los ojos ante semejante acto que le resultaba desagradable.
Kate quería gritar, empujarlo, apartarlo de su lado, pero se sentía paralizada del miedo.Aquel extraño sujeto no pronunció ni una palabra, tomó a la mujer suavemente de la cintura y ocultó su rostro en el cuello de ella. Podía sentir cómo el cuerpo ajeno temblaba y hasta oír su agitada respiración, aún así olfateaba el aroma de su cuello.
Kate no podía más, un par de lágrimas escaparon de sus ojos y en cuestión de segundos estaba acostada en su cama con la habitación a oscuras.
«Fue un sueño» pensó y se sentó en su cama abrazándose a ella misma. Hacía frío, miró a su alrededor y allí estaba, la ventana algo abierta a causa de la lluvia, pero esta vez decidió taparse mejor con sus sábanas e intentar volver a conciliar el sueño.
8:30 AM.
—¡ÁMBAR! ¡ÁMBAR!—gritaba como de costumbre Susana, la abuela de la jóven.
Ámbar estaba en la habitación terminando de arreglarse para salir, observando el frasco donde estaba la extraña luciérnaga que había encontrado anoche. Sin embargo, con tantos griteríos tuvo que bajar y atender a su querida anciana.
—¿Qué pasa, Abu?—dijo entrando a la cocina donde la mujer se encontraba junto al teléfono.
—Tu mamá llamó, quiere que vayas a verla después de tus clases.—respondió la mujer canosa con un dulce tono.
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AMATISTA (Editando)
FantasyLa amatista, la Esmeralda, el Cuarzo rosado, la Aguamarina, el Jade, la Obsidiana, la Hematita, el Ámbar y por último la Fluorita. Todos fragmentos de minerales duro que se usaron para abrir un portal entre dos mundos. La realidad en la que vivimos...