Capítulo 14: Radomsky

70 28 24
                                    

En la vida, nos vamos a cruzar con toda clase de personas. Algunos carismáticos, con buenas energías y siempre dispuestos a lograr sus metas con esfuerzo, sin joder a nadie en el camino; otros, al contrario, egoístas, con grandes expectativas, sin importar si dañan a otros o no, sólo piensan en ellos o sus objetivos poniéndolos como el centro de todo lo que realmente importa.  Y así era Erik Radomsky. 

Un hombre con grandes objetivos. Cansado de la forma en que los seres de Amatista se apoderaron de su mundo. 

En su cabeza existía el siguiente pensamiento: 

 "¿Qué hace mejor a los seres Amatistas para que el mundo lleve su nombre? Porque seamos honestos, que intenten poner orden no los diferencia demasiado del resto y ni hablemos de la corrupción y discriminación que provocan. Un día todo eso debe acabar. Los demonios son más fuertes, hábiles y poderosos ¿Por qué no podemos también usar las piedras o sus fragmentos?" 

Claro, Erik conocía perfectamente las leyendas sobre cómo los seres mágicos de Amatistas le brindaron un lugar a cada especie de su mundo, de hecho tenían un libro donde explicaba todo al respecto ¿Quién no sabía esas increíbles historias? Pero no siempre todo lo que se escribe en un papel es cierto. A veces son sólo cuentos.

El hombre alto, calvo, con ojos grises que acompañan a una mirada fría, llena de rencor, egocentrismo y maldad, estaba cansado del actual mundo en que vivía. Y si nadie hacía nada al respecto, sería él quien lo hiciera. 

Pero… ¿Por qué quería cambiar todo? Los seres Amatistas, no tenían intenciones de dejar a nadie de lado, hasta ayudaban a todo demonio que así lo deseara.

 Al principio uno piensa que quizás no le brindaron la posibilidad de aumentar sus habilidades con los fragmentos de minerales, como sí lo hicieron con los seres mágicos, pero de necesitar alguno no tendrían problema de brindarselos. 

Al principio así es como era, pero los demonios eran despiadados. Mataban y herían a seres inocentes. Y había que tomar medidas serias, sobre todo cuando la pequeña minoría de demonios escandalosos comenzó a crecer.

Erik, antes de volverse el adulto despiadado que es hoy en día, era un joven encantador, alegre, coqueto, inteligente y amaba la naturaleza. Sus habilidades de vampiro eran de las mejores y lo hacían verse mucho más atractivo. 

Su interés por saber más sobre el mundo Amatista y los fragmentos de minerales lo llevó a estudiar mucho. Realizó demasiadas investigaciones y tuvo la oportunidad de encontrar a alguien que tenía la legendaria piedra de Fluorita bajo su poder.

Esta persona era Alan, el padre de su en ese momento mejor amiga Yazmí. Una bella chica de cabellos negro y lacio, tan largo que le llegaba por debajo de la cintura, con unos hermosos ojos azules y pálida como cualquier otro vampiro.  

Yazmí podía ser fría y reservada, pero solía ser dulce y carismática. Al igual que Erik, amaba la naturaleza, pero también admiraba a los seres de Amatista. Para ella, eran los más increíbles de todo el mundo. 

Una noche, Erik se dió su primer beso con la chica vampiro, después de confesarle lo enamorado que estaba de ella. La chica correspondió sus sentimientos y de lo mucho que se deseaban, de tanto tiempo ocultando sus sentimientos pasaron un increíble y pasional momento. 

El muchacho despertó a mitad de la noche, junto a su bella chica, debido a un ruido extraño que parecía venir de la sala principal del santuario donde estaban. Aquel sonido era como el de una fuerte ventila de viento.

La curiosidad le ganó y se levantó sigilosamente para encaminarse hacia aquel sonido, encontrándose con el padre de su novia frente a un enorme portal. 

AMATISTA (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora