Capítulo 11: La piedra del ámbar

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Aquella noche Ander y Min regresaron a casa, después de decidir que debían estar al tanto de aquellos jóvenes, ya que estaban algo cansados y no podían vigilar a Blud mientras estuviera dentro de un edificio de casi seis pisos.

Lo mejor era esperar a que se dispersaran, y probablemente eso pasaría al salir el sol. Ambos muchachos ya no tenían que ocultarse de la luz solar porque poseían los collares con un pequeño fragmento del ámbar y del jade. 

Al llegar a su supuesto santuario. Min decidió encerrarse en su habitación a leer más informes que tenía sobre su escritorio y estudiar nuevamente los mapas, mientras Ander se dispuso a tomarse una ducha. 

Entró al baño y abrió la llave del agua para luego quitarse su campera y remera manga largas negra, quedando con su trabajado torso desnudo al descubierto. Luego se quitó el pantalón, junto con sus boxers y se metió en la ducha. No cerró la cortina, simplemente dejo que el agua corriera por su cara y cuerpo. 

Se echó el cabello hacia atrás con ambas manos, aún llevaba el collar en su cuello. Los seres de Amatista le habían dejado claro que no se lo quitara por nada en el mundo ¿Los motivos? Cada vez que lo hiciera, más débil se volvería su conexión con el hechizo que los hacía ver cómo humanos. Hasta ahora  era dos veces más débil, pero al jóven de cabellos oscuros no le importaba; estaba satisfecho con haber evitado que Ámbar fuera atacada por la Obsidiana. Aunque aún no entendía por qué. 

Mientras el vampiro pensaba en ello, fue sorprendido por un resplandor negro y el sonido de un pequeño objeto chocando contra el material cerámico de la bañera -como el ruido de una moneda cuando cae al suelo-. Miró hacia abajo para ver de qué se trataba y pudo identificar un pequeño fragmento de Obsidiana. 

«Lo sabía» pensó pocos segundos antes de notar que había alguien más con él. 

Al observar a ésta persona, se encontró con el joven colorado, de lentes y pecas, quien a los pocos segundos elevó su mirada hacia él. 

Ander, lo fulminó con la mirada, mientras el chico con su cara ruborizada le miraba de manera temerosa y confundido. 

—¡Perdón, Perdón! —Soltó Darién casi a los gritos, avergonzado e intentando salir de ahí de inmediato. 

Al mismo tiempo Ander era ahora el sonrojado, con tanto gritos Min podría oírlo fácilmente. Su primera reacción fue taparle la boca con sus manos.

—Cállate. —Susurró, mientras ambos seguían siendo empapados por la regadera. 

Darién tragó saliva en seco y nervioso, mientras observaba apenas el rostro del muchacho -que era mucho más alto que él- debido a que el vapor del agua caliente empañaba sus lentes.

Ander observó mejor al muchacho y notó que éste no traía ropa en la parte superior de su cuerpo, también se percató de lo delgado que era y de que le hacía falta algo de actividad física. 

—Ahora te vas a largar de aquí, pero sin gritar. —Le ordenó antes de retirar sus manos y éste asintió algo tímido.

Ander retiró sus manos y Darién salió rápidamente de la ducha, seguido del chico de cabellos oscuros que tomó una toalla y la colocó alrededor de su cintura. 

El colorado se quitó sus lentes e  intentó limpiarlos con sus humedecidas manos.

Ander, caminó hasta la ducha, cerró la llave de agua y tomó el fragmento de Obsidiana. 

—¿Qué estás haciendo aquí? —Le preguntó en tono serio. 

Darién se atrevió tímidamente a mirarlo, al verlo con la toalla se sintió algo más tranquilo. 

AMATISTA (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora