Un par de lágrimas recorrían las mejillas morenas de Ámbar y otras se acumulaban en sus ojos mientras caminaba sin rumbo por las calles de Palermo al salir corriendo de su casa, escapando de la cena con su madre y abuela.
¿Cómo olvidaría la sensación de aquel abrazo irreal?
Se sentía idiota por no notar que se trataba de una farsa, por dejarse manipular de aquella manera y entregar su corazón a su figura paterna sin dudar un instante. Claro, no era su culpa, lo echaba tanto de menos que cualquier persona en su situación hubiera reaccionado de igual forma, pero aún así se consideraba una estúpida.
A su vez sentía bronca, no toleraba que alguien haya sido capaz de hacerle una mala jugada como esa. Pensaba que no le importaba si se trataba de un demonio o un humano, que se hicieran pasar por su padre era para ella el peor error que pudieron cometer porque no se quedaría de brazos cruzados hasta hacer justicia. Vengarse, pero ¿Era realmente lo que quería?
Por otro lado, la angustia presionaba fuerte su pecho invadiendo todo su interior de penas y por eso aunque no solía llorar, esa noche lo hacía como nunca antes. Aceptaba que la razón era por lo mucho que le afectaron las acciones del Alp, pero quizás no sólo se trataba de eso sino también de la reciente discusión con su madre.
Ámbar comenzaba a creer que realmente su padre estaba en el Mundo Amatista, algo en su interior se lo decía.
La joven iba tan metida en sus pensamientos y su vista nublada en llanto que al cruzar una calle, por la línea peatonal, no notó que el semáforo cambió de luz y un vehículo se acercaba a toda prisa.
El sonido de la bocina la sacó de sus pensamientos, pero al verlo tan encima de ella se paralizó, cerrando fuerte sus ojos, pero los abrió de inmediato al no sentir nada.
—Eso estuvo cerca.—decía una reconocible voz femenina, en tono aliviador.
Ámbar pudo ver su vestido rosado e inmediatamente notó que era Nayade. Ahora la joven estaba frente al Adze en los Bosques de Palermo y no en medio de la calle.
—Deberías prestar atención al cruzar por la calle. —Nayade se cruzó de brazos y la miró como si la estuviera regañando.—¿Pero qué te ocurre?—preguntó al ver los ojos empapados en lágrimas de la joven.
Ámbar desvió la mirada al mismo tiempo que secaba sus lágrimas con los puños de sus manos.
—Puedes contarmelo. —dijo Nayade, preocupada.—Sobre todo si lo que tienes te hace distraerte al punto de estar al borde de la muerte.
—No es nada. —murmuró la rubia, con su cabello cubriendo su rostro.
—Ámbar ¿Aún no confías en mí?—cuestionó el Adze.
La joven la observó seriamente, la realidad era que no sabía si podía confiar en ella. Ander le plantó la duda así como lo hizo con Crystal, que aunque parecía estar de su lado aún le quedaban clavos sueltos.
—No me das muchos motivos para hacerlo. —respondió.
—Acabo de salvar tu vida y te di las respuestas que querías.—contestó con seriedad el ser frente a la rubia.
—No es verdad.—Ámbar posó finamente su mirada en los ojos rosados del Adze.—Todavía hay muchas cosas que necesito saber y si querés que confíe en vos decimelas ahora. —exigió.
El Adze asintió con su cabeza y eso le tomó por sorpresa a la joven.
—¿Me las vas a decir?—preguntó extrañada, la rubia.
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AMATISTA (Editando)
FantasyLa amatista, la Esmeralda, el Cuarzo rosado, la Aguamarina, el Jade, la Obsidiana, la Hematita, el Ámbar y por último la Fluorita. Todos fragmentos de minerales duro que se usaron para abrir un portal entre dos mundos. La realidad en la que vivimos...