Prólogo.

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Si Mew hubiese tenido la oportunidad de poder escoger su segundo genero, sin duda habría elegido ser un beta, pero el destino no es así de simple. El destino juega su propio juego con sus propias reglas.

Ahora se encuentra de nuevo siendo acosado y golpeado por compañeros de su clase.

-Vete de aquí, nadie quiere a un sucio de clase baja como tú.

-Fracasado, ¿De qué te sirve ser alfa si eres pobre?

-Me pregunto como lograste siquiera entrar a esta escuela. - Esa ultima frase fue acompañada de un golpe en su estomago que le hizo perder el aire y caer en el suelo.

Actualmente cursaba la secundaria y la etapa donde los misteriosos géneros secundarios eran revelados. Muchos se encontraban ansiosos de poder averiguar aquel dato que marcaría de por vida su estatus en la sociedad y pondría barreras entre los tres grupos de la pirámide. Mientras que otros ya tenían una idea de cuál sería el resultado de aquellos estudios.

Mew, fantaseaba con los resultados de la prueba. Al venir de padres beta la posibilidad de ser uno, era bastante alta. Si llegase a serlo tendría una vida bastante tranquila, no tendría problemas con las feromonas o el famoso celo. Podría seguir estudiando tranquilamente sin ninguna distinción y pasaría completamente desapercibido. No gastaría dinero para ningún tipo de supresor o cosas por el estilo. Una vida sencilla para alguien que la necesita.

El día en que los resultados llegaron se llevó una completa decepción. Sus estudios afirmaban que era un alfa promedio con buena salud. Probablemente fue el primero en despreciarse, se imaginó lo terrible que sería ser un alfa con un estatus económico bastante malo.

Investigando en su árbol genealógico, descubrió que todo se debía a su abuelo paterno, quien también fue un alfa.

Esa misma semana su salón fue dividido en grupos distintos: alfas, betas y omegas. Estos últimos siendo enviados a instalaciones ubicadas en un lugar distinto, para evitar disturbios indeseados por la llegada del celo. Al ser jóvenes era bastante difícil controlar ese aspecto.

Mew terminó en un grupo repleto de alfas egocéntricos. Todos ellos hacían honor a su género, por pertenecer a familias adineradas, con buenos ingresos y posiciones sociales. Todos menos él.

La mayoría empezó a desarrollarse comúnmente, adoptando rasgos dignos de alfas, pero su desarrollo también fue una mierda. Resultó lento, recibiendo burlas de aquellos que se creían superiores a él.

De esa forma empezó a ser acosado por sus compañeros.

Cuando se descubrió su humilde posición económica, el acoso se hizo más fuerte.

¿Por qué tenía que existir ese estereotipo de alfas?
Realmente lo odiaba.

-Levantate, ¡Demuestra que eres un alfa!

Mew hizo oídos sordos y se quedó en suelo, con la mirada fija a sus manos. Aunque lo deseara, aún no tenía la fuerza suficiente para hacerle frente a sus agresores. Y tampoco estaba en una posición benéfica, fácilmente podría ser expulsado por un pequeño error.

Y aunque no hiciera nada al respecto, no significaba que no albergase rencor y odio hacia los imbéciles que constantemente lo intimidaban. En especial hacia uno de ellos: Gulf kanawut, el egocéntrico presidente estudiantil y descendiente de toda una familia repleta de alfas dominantes, quien fue el culpable de que su verdadera posición económica fuera revelada. No estaría siendo golpeado si no fuera por él.

Que sociedad tan injusta. Sólo por ser un dominante cree que es superior.

-Vámonos ya. Es aburrido cuando no se resiste.

Fue dejado solo en aquel almacén donde era llevado rutinariamente. Entonces Mew apretó fuertemente los puños, haciendo que sus nudillos se marcasen.

Mew juró que algún día les demostraría de lo que es capaz y estaría por encima de las personas que ahora lo minimizan, personas como Gulf Kanawut.

El Juego Del Destino | MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora