Capítulo 18

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Capítulo 18:

Teníamos varias preguntas para hacer basadas, como ya dije, en los contactos anteriores y lo acaecido en el último. Además, Laura había traído algunas que formuló una amiga suya. Pensábamos que lo que sucedió la última vez constituía una prueba para mí, para comprobar hasta qué punto podía manejar una situación de esas características. ¡Qué ilusos!

Habíamos resuelto ir directamente a la dimensión de los Maestros sin pasar por las vidas anteriores. Sería otra forma; nos desplazaríamos de dimensión. No sabíamos que ese día marcaría un hito en nosotros y que a partir de las preguntas del Maestro tendríamos que elegir una forma de vida:

—Después de la regresión del domingo pasado estamos otra vez aquí, preguntando (me sentía muy valiente). ¿Me podés decir qué fue lo que pasó ese domingo?

—(Sonríe) ¡Yo pregunto esta vez! (El tono que empleaba me asombró o me asustó, no sé). ¡A los dos! ¿Tienen aún valor? ¿Están resueltos? ¡No hablo de valor ante testigos, sino valor de solitarios! ¡Valor espiritual! ¡Tiene para nosotros un corazón muy grande aquel que conoce el miedo pero lo desdeña! ¡Aquél que frente al abismo no se sustrae a su fascinación y en vez de caer lo atraviesa! ¡Hermanos; ustedes dos deberán pagar muy caro por estos conocimientos que les están siendo dados y los que tendrán! ¡Pero a cambio tendrán la fortaleza para rechazar todo aquello que los limite, y serán libres! ¡Entonces, hoy pregunto: ¿tienen aún valor?

—¿Te parece que si no estaríamos aquí haciendo esto?

—¡Contesta!

—Sí, tenemos valor ─(Sinceramente no lo dije muy convencido. ¡Se me cayó la estantería! ¿Qué era lo que nos estaba vaticinando? ¡Todo lo que había luchado por tener las cosas que tenía ¿y ahora debía pagar un alto precio? En aquel momento, supuse las pérdidas de esas cosas! ¿Quién de ustedes no reaccionaría de esta forma?)─ Porque está bien que la prueba que pasamos el domingo no era una cosa muy grande —qué torpe— porque si tengo que serte sincero —¡cómo escapaba por la tangente!— yo pensé que la prueba iba más dirigida a mí que a Laura –en la idiotez la soberbia— porque yo sabía que si ustedes me habían dicho que con los buenos pensamientos y con la protección de estar en contacto con ustedes, las energías negativas no podían hacernos nada, por eso no dudé y seguí con ustedes (risa) y continué preguntando. ¿Por qué te reís?

—Conocemos sus espíritus, pero dependen mucho en quiénes están reencarnados. ¡Los espíritus de ustedes no están solos, y en esta vida habrá muchas pruebas! ¿Tienen aún valor?... ¡Porque justo es decirles que muy de cuando en cuando estas cosas son reveladas a los hombres, y no todos lo resisten!

—Sí, sé que es difícil; pero si esto nos cambió la forma de encarar la vida, la forma de pensar... ¡yo no sé a cuánto pueden ascender esas dificultades! (ya estaba pensando en dinero), pero creo estar con el valor suficiente como para enfrentarlas y pienso que Laura también.

—Pregunta. (El tono cambió rotundamente y se había transformado en tono de decepción. Seguramente, él esperaba que yo alcanzara a entender aunque sea un poquito de eso tan grande que nos estaba revelando, pero no entendí nada).

—En definitiva, ¿era una prueba para los dos?

—¿Qué cosa?

—Lo del domingo pasado.

—Ya les había hablado de las fuerzas negativas.

—Y esa fuerza negativa, ¿cómo fue que llegó hasta aquí?

—Siempre están presentes; pero ustedes deben ignorarlas.

—Sí; como hicimos.

—¡A medias!

La Casa de dos Puertas (Libro 1ro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora