Capítulo 33

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Capítulo 33:

(21-11-93

Laura tuvo que ausentarse de la ciudad durante dos semanas por razones de trabajo. Regresó con las cuerdas vocales dañadas de tanto gritar en una competencia; de eso constaba su trabajo, no de gritar, sino de llevar a competir a chicos que representarían a nuestra ciudad en unos torneos. En ese lapso tratamos de adelantar por medio de la interpretación de los sueños. Ella había tenido uno que no recordaba pero que intuitivamente, sabía, era significativo. Me pidió que se lo hiciera recordar mediante hipnosis. No teníamos más que dos preguntas para hacer. Una era con respecto a cómo mi espíritu se encontraba en la misma dimensión en que vivía Santiago al mismo tiempo que en esta. La otra era referida a lo que una vez nos habían dicho, que un espíritu podría elegir ir solo cuando era evolucionado desde el comienzo.

Lo que más llamaba mi atención era que los últimos mensajes tenían relación con la parte del libro que veníamos tipeando y que correspondía a siete u ocho meses atrás. Era como si volviéramos a tocar esos temas con preguntas más inteligentes y respuestas más profundas. Como si todo fuera una rueda que giraba y volvía a pasar por el mismo punto pero con mayor entendimiento en esta segunda vuelta; como si estuviéramos más preparados. Analizando esta sensación saqué una conclusión referente a la perfección espiritual: un espíritu puede partir de ES siendo evolucionado porque llegó a ES con la evolución suficiente y, al salir nuevamente, ya que esto es infinito, lo hace con gran evolución; a partir de ahí su elevación espiritual aumentaría aún más en este nuevo camino. Expliqué a Laura mi teoría. Primero contestó que no podía ser; después, meditándolo un poco dijo: —"¡Puede ser! ¡El encadenamiento!"—.

Traté la disfonía de Laura. La llevé a hipnosis y comencé a sugestionarla. Me detuve a verla a ella en una forma distinta a como la veía siempre; ¡qué hermosa era! Su exquisito perfume en mi mano me embriagó luego de haber tocado su cuello para que sintiera mi energía en su garganta. Me sentía flotar. Miraba sus labios y estuve tentado a besarlos, pero reprimí todo. Le hice volver a soñar su sueño y fuimos a los Maestros:

—¿Tienen algo que decirnos?

—Pregunta.

—Una pregunta que (Laura se ríe), ¿Qué?

—¡Están bailando! (Dice Laura)

—¡Somos felices! (Agrega el Maestro)

—¿Por qué?

—¡Porque ustedes lo son! ¡Sí, el tiempo! ¡A veces los escuchamos! No hablar, sino sentir. ¡Escuchamos su pensamiento y el pensamiento es libre! ¡Nada puede encadenarlo! ¿Entienden cuán libres pueden ser? ¡Que todos comprendan eso! ¡Enséñenles lo que ustedes sienten!

—¡Pero, entonces!... ¿Significa que estamos haciendo las cosas relativamente bien?

—¿Por qué, relativamente?

—¡No quiero ser soberbio y decir "bien"! ¡Pero es tan difícil!

—¡No es tan difícil!

—¡Para alguno de tu evolución, tal vez, no!

—¡Es que para ustedes tampoco lo será! El problema es que el hombre, o mejor dicho, cuando un espíritu está en un cuerpo, sufre las influencias de ese cuerpo; de lo que lo rodea; entonces todo se torna más pesado. Pero están en el mismo camino que nosotros.

—¡Bueno, pero entonces entienden que podemos considerarlo un poquito difícil!

—¡Sí!

—¡El tiempo!

—¡Sí, ya comprenderán que el paso del tiempo fue necesario! Eso ya se lo dijimos, pero es aplicable a todo.

—Tengo una pregunta con respecto al tiempo. No alcanzo a entender, todavía. ¿Cómo es que estoy en la dimensión en la que vive Santiago y en esta al mismo tiempo?

La Casa de dos Puertas (Libro 1ro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora