La Casa de dos Puertas (Libro 1ro)

Capítulo 32

Capítulo 32:

(24-10-93)

Martha y Rosana, del curso de hipnosis, vendrían a presenciar un contacto con los Maestros. Habíamos estado hablando de ello dos viernes atrás en la Facultad. Les pedí que, de presenciar el contacto, no se asustaran por lo que vieran, ya que en varias oportu­nidades, Laura, había sido influenciada por las energías negativas y no era algo agradable para ver.

Rosana es psiquiatra y le interesaba la parte terapéutica de esto; por ello le mostré el video con la filmación donde el Maestro le hacía ver a Laura el rencor que guardaba hacia su padre. Después charlamos sobre terapia de vidas anteriores y decidimos hacer un contacto con los Maestros.

Rosana me había comentado que estaba indecisa con su profe­sión y que necesitaba una señal o "prueba" —como ella lo llamaba— para acomodar sus ideas y seguir o no con lo que estaba haciendo. Laura y yo no entendíamos bien dónde estaba su encrucijada. No sabíamos de qué se trataba, ya que ella se mostró muy reservada con su problema. No obstante, le dije a Rosana que preguntaríamos sobre ello, pero que no espe­rara una solución servida en bandeja; que, tal vez, le dijeran que ella debía encontrar el camino; que en el contenido de lo que el Maestro expusiera con respecto al mensaje, segura­mente, hallaría algo; y como última opción podría ser que le dijera "pregunta", así que le sugerí que fuera pensando una pregunta concisa y directa, ya que la formularía ella. Fuimos al consultorio y comenzamos:

—Estamos acá, como siempre, esperando algún poquito de todo lo que tienen que decir. ¿Cuál es la cuota de hoy?

—Te hablaré... Les diremos sobre las religiones... Cuando un hombre se declara ateo pero mantiene intactos sus sentimientos de amor, yo lo prefiero al declarado religioso que no cumple con sus preceptos. Se aplicaría entonces, con sus palabras, al peor pecado: la Hipocresía.

Mira, nosotros les diremos a ustedes y ustedes les dirán a los hombres, que los hom­bres podrán elegir la religión que quieran, pero que busquen siempre el núcleo más pro­fundo; porque la religión como el culto, nace del corazón; entonces conseguirán llegar a ese estado en el que tomarán conciencia de la existencia infinita que prevalece en el Uni­verso todo. Es como si viviendo en este mundo no pertenecieras a él. Es como estar en armonía con todo y con todos. Es encontrar la divinidad en el arte y en las ciencias. Es todo uno. Es tomar conciencia de su inmortalidad y que son creadores de sí mismos. El hombre es el dueño de su libre albedrío; pero jamás se olviden de amar tanto que dejarán de ser ustedes. No ambicionen poder. No desechen avergonzarse. ¡Busquen la humildad! No acepten halagos ni aplausos. ¡Despréndanse de las vanidades!

—¿Cuál es el núcleo al que te referiste?

—El amor por sobre todas las cosas.

—¿Es necesario que pregunte sobre lo que quería saber Rosana?

—Pregunta.

—¡Rosana va a preguntar! —ella formula una pregunta muy ambigua.

—¿Qué le contestás? ¡Vos sabés de qué decisiones se trata y lo que pasa por su mente!

—(silencio prolongado) ¡Debo conocer su espíritu! —dije a Rosana que le tomara la mano a Laura y así lo hizo

—Debes usar tu intuición; pero recuerda que el hombre es el hacedor de sí mismo. Aquello que deba ser hecho se hará. No podemos impedirlo. Será correcto lo que decida tu espíritu.

—(Laura es atacada por las energías negativas y la normalizo) ¿Quieren dejarnos algo más?

—No.

—¡Hasta la próxima, entonces! (la regresé)

Cuando Laura salió de ese estado no recordaba qué había ocurrido; como antes en viejas épocas. Comentamos algunos aspectos de lo sucedido. Yo les decía que creía que el contenido de lo que había dicho el Maestro servía al interrogante de Rosana, máxime que ella, en varias oportunidades, cruzó su mirada con la mía de acuerdo a lo que escuchaba. Después vimos el video. En el ins­tante en que ella debía tomar la mano de Laura puse la pausa y le pregunté