Capítulo 30

32 5 0
                                    

Capítulo 30:

No fue el 29 de agosto como lo habíamos estipulado. Cuando arribó Laura no hablamos, prácticamente. Fuimos directamente a los Maestros:

—¡Certeramente, ¿qué es lo que nos falta?! ¡Porque hemos tratado de buscar, hemos trabajado, pero todo es tan confuso!

—¡Queridos! ¡Esto es una enorme felicidad para ustedes! Cruzaron el puente pero se nos quedaron allí! Recuerden el equilibrio entre lo material y lo espiritual. ¡Eso perseguirán los hombres! Ustedes deberán sobreponerse a la materia. Deben sentir necesidades auténticas que surjan de su corazón. Esto debe aparecer espontáneamente en ustedes; pero necesitan ayuda. Existe demasiada sensibilidad en sus espíritus. Miren; ¡escuchen! Deberán hacer un inventario de aquellas cosas materiales que poseen y desechar aquello que consideren prescindible para vivir. ¡Es una tarea ardua; pero recuerden que cuanto más evolucionado es un espíritu, más rápido se aleja de las cosas que lo rodearon mientras vivió!

—Al decir que nuestros espíritus son sensibles ¿a qué te referís? ¿A que lo material puede llegar a atraernos y evitar que avancemos?

—¿Qué piensas tú?

—No pensaba en lo material, pensaba en las energías negativas, de ahí que necesitáramos ayuda.

—Mira, el hombre está expuesto a pruebas. Una vez les dijimos que esas pruebas serían enormemente pesadas para un hombre común. Para ustedes no lo será, pero deben mirar dentro de ustedes mismos, porque todo cambio deberá nacer de una necesidad espiritual interior y profunda; auténticamente personal; ¿sino de qué valdría? Somos pacientes con ambos... Deben trabajar más en ustedes mismos. ¡Traten de ser transparentes! ¡Son buenos! Son merecedores de nuestro amor. ¡Hasta la próxima!

(15-9-93)

Hicimos un exhaustivo análisis del contacto anterior y decidimos hacer ese inventario de las cosas que poseíamos y que eran prescindibles para vivir. Era increíble cómo encontraba justificación para todo lo material que tenía. No quería ni remotamente desprenderme de nada, por lo tanto, seguía anulando mis sentimientos hacia Laura.

—¿Qué ves?

—Es un túnel. Hay luz... ¡mucha luz! ¡Voy muy rápido!

—¿Por qué creés que estás ahí?

—¡Están mostrándome otros planos! ¡Aquí recorremos millones... de millones... de millones de mundos en poco tiempo!

—¿Y qué ves en esos millones de millones de millones de mundos?

—No sé.

—Ahora les pregunto a los Maestros: ¿Qué importancia tiene el ver lo que está viendo mi compañera?

—¡Es un premio! ¡Tu también lo puedes ver!

—Si, yo cerré los ojos cuando Laura iba describiendo eso y sentí una sensación agradable, por eso sabía que estaban ustedes, pero no tuve ninguna visión... Creo que hemos llegado a algunas conclusiones buscando dentro de nosotros.

—Sabremos, en algún momento, ¡cuánto trabajo costó! Pero ustedes sabrán que el paso del tiempo fue necesario. Pronto lo sabrán, pero no deben acomodarse. Tanto esfuerzo debe proseguir cada vez más. Deben exigirse más, ¡más!... ¡Hasta que llegue el momento en que derramarán lágrimas por el esfuerzo y sentirán el peso de cada verdad obtenida de sí mismos! ¡Demoledoras verdades que destruirían a cualquier hombre, no a ustedes! ¡No se conformen con ser parte del rebaño! No lo toleren. ¡Mira, no teman mostrarse tal cual son! Hubo un Maestro, una vez, que se enfureció y golpeó a otras personas. Se mostró tal cual era. ¡No se avergüencen de sí mismos! Deben aceptarse sus verdades, sus fracasos, sus intentos.

La Casa de dos Puertas (Libro 1ro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora