Capítulo 8

1.1K 94 22
                                    

BRIANNA ❌

Jugamos un poco en la piscina, los demás chicos se metieron e hicimos algunas tonterías dentro del agua, bebimos y bebimos hasta que no pudimos más.

—Estoy muy cansada Brytiago, me duelen las piernas —le dije yéndome a la orilla.

—Prefiero que me digas Bryan o Bry, que Brytiago —sonrió coqueto viniendo conmigo—. Soy Brytiago pa' las fans.

—Yo soy tu fan, por eso te llamo así.

—Hmmm.. —arrugó la nariz y negó—. Prefiero que seas mi novia.

Sentí como mi cuerpo se acaloró al escuchar esas hermosas palabras que salieron de su boquita roja, causada por el frío que hacía.

—Bueno, pero todo a su tiempo —aclaró.

—Creo que ya deberíamos irnos, todos los que venían con nosotros ya no están aquí.

—Tienes razón, vámonos.

Lo seguí hasta las escaleras, él subió primero y después me ayudó a salir tomándome de las manos. Fuimos hasta los casilleros donde habíamos dejado nuestras cosas y nos envolvimos en las toallas.

—Estoy temblando de frío —me senté en la banca que estaba en medio del pasillo.

—¿Te abrazo? Así nos quitamos el frío los dos —me guiñó.

—Pues ven.

Se sentó a mi lado y me abrazó por encima de los hombros, escondí mi cara en su cuello y a pesar de que estuvimos algunas horas metidos en la piscina, el olor de su perfume aún estaba impregnado en su piel.

—¿Huelo bien o porqué respiras así? —soltó una risita.

—Hueles muy bien, me encanta tu olor —las palabras escaparon de mi boca antes de que pudiera detenerlas.

—Y a mi tus besos, tengo antojo de otro.

Levanté mi cara y nuestras miradas quedaron fijas. Como si estuviéramos esperando lo mismo, hasta que se acercó y por instinto, cerré los ojos cuando sus labios se estamparon con los míos y comenzó a besarme lento, con mucha delicadeza, en mi estómago revoloteaban mariposas y se sentía tan bien.

Dejó una mano sobre mi pierna y otra rodeándome por detrás de mi cintura pegándome a su cuerpo. Cada vez que deslizaba su lengua dentro de mi boca algo dentro de mi me hacía querer algo más que eso, una mordidita en mis labios y su mano deslizándose hacía arriba de mis caderas nos hicieron parar de golpe.

—Yo creo que... Creo que ya deberíamos... —me levanté de la banca y tomé mis cosas.

—Irnos, lo sé —me miró sin ninguna expresión en su rostro.

—Yo... Lo siento, no quería reaccionar así, fue...

—Tú tranquila, te entiendo no tienes que explicarme, me propase contigo, perdón —se levantó.

—No, no, nada de eso, pero me puse nerviosa —le interrumpí.

—No pasa nada, dame tus cosas yo me las llevo.

Recuerdos Adictivos | Brytiago.© [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora