La Duquesa [S.M]

14.

Emma Dwan.

25 de agosto

Desperté con ganas de vomitar de los nervios.

Hoy a mis dieciocho años me caso con el futuro rey de Canadá.

Sentía muchos nervios ya que no lo veo desde ayer y Karla estaba súper feliz de que me esté casando.

Cuando recién llegue al castillo de verdad no me quería casar, no quería juntar mi vida con una persona desconocida y que esa persona tuviera poder sobre mí. Ahora la cosa es muy distinta ya que a amo a Shawn y puede que sea muy rápido para saber lo que se siente amar pero de verdad que con el siento que el tiempo pasa volando y solo quiero que me bese hasta mi último suspiro.

Tengo miedo de muchas cosas pero la principal es que después se vuelva un hombre como algunos de sus amigos que no se preocupan por su esposa y hasta las golpean.

-¡Es hoy!- asiento y miro a Karla entrar.

Empezaron a llegar criadas con todas las cosas que nesecito y una estaba empacando alguna ropa mía.

-¿Qué haces?- ella me mira asustada.

-El príncipe me ordenó de empacar- asiento y ella empieza a ver que vestido empacar.

No tenía ni idea de lo que planeaba Shawn pero espero que sea algo bueno.

-¡Ve a bañarte!- Karla estaba sacando mi vestido y yo me voy a bañar.

Solo espero que todo salga bien.

[•••]

Karla me estaba peinando mientras que una criada me estaba poniendo los tacones.

No puedo comer nada ya que siento que en cualquier momento me voy a poner a vomitar.

-Que linda ropa interior- me sonrojo y ella se ríe.

Las criadas estaban súper felices de que llegará esté día ya que ellas solo quieren que el príncipe sea feliz y ellas ven que el es muy feliz a mi lado.

Cuando ya estaba lista, Karla y unas tres criadas más me ayudan a ponerme el vestido sin mancharlo y cuando ya lo tengo puesto Karla se pone a llorar.

-Estás tan grande- sonrío y ella me abraza- Para mí siempre serás mi niña, mi hija- trató de no llorar.

-Y tu para mi siempre serás mi madre- ella solloza- Jamás te lo dije pero siempre te amé como una hija ama a su madre- me abraza y después toma mi cara.

-No dejes que apaguen tu luz- susurra- Ningún hombres debe de apagar tu luz ni el futuro rey de Canadá y nadie- asiento- Te amo- sonrío.

-Yo te amo más- me sonríe y se seca las lágrimas.