La pequeña niña volvió saltando de tejado en tejado con sus dos manos ahuecadas y juntas, encerrando algo.
-¡Ya está!- llegó junto a sus dos amigos a tropezones.
Se paró en seco y liberó de sus manos un montón de pequeñas lucecitas que comenzaron a salir volando y a esparcirse por el cielo.
Shun y Lobo observaron la escena asombrados.
-Son luciérnagas- dijo Rata, sonriendo y sentándose junto a Shun.
Los tres estaban rodeados por una nube de luces, y atrapados en un manto nocturno. La luna se alzaba medio llena sobre el cielo.
Se agarraron de las manos, cerraron los ojos, y se dieron cuenta de que eran muy felices.
Se levantaron de un salto y volvieron a casa juntos.