Presencia

16 3 2
                                    

Iris estaba gritando de emoción, zarandeando a Shun, entre toda esa gente.

El muchacho, mareado, buscó con la mirada aquella presencia tan extraña, pero había desaparecido. Entonces alguien le agarró de la mano y tiró de él, abriéndose paso entre la multitud hasta llegar al exterior del establecimiento, donde no había tanta gente.
Shun pudo ver el rostro sonriente de su amigo Lobo.

Su cara enrojeció de vergüenza.

- Ven, vayamos a otra parte.

Los dos treparon por la pared de un edificio, y estuvieron paseando por los tejados de la ciudad, hasta que finalmente decidieron sentarse.

- Escucha, yo...- empezó Shun, avergonzado.

- No pasa nada. Ya hablaremos de eso cuando llegue el momento. Por ahora solo quiero disfrutar el tiempo que pasemos juntos- su sonrisa era tan radiante y serena que brillaba en la oscuridad de la noche.

- No recordaba tu música. Es realmente increíble... Creo que podrías ganarte la vida con ello- continuó Lobo.

- No te pases- suspiró el joven.

- Shun- su amigo deslizó una mano por su mejilla y juntaron sus frentes, - siento haberme puesto así contigo, pero tengo miedo de perderte.

Su ojos verdes eran como dos luciérnagas en la oscuridad nocturna.

Los dos amigos se abrazaron con fuerza.

Esa noche, ambos durmieron bajo el cielo estrellado, abrazados, en silencio.

A la mañana siguiente, cuando los dos estuvieron despiertos, se dirigieron a un pequeño mercado mañanero que se montaba en cada calle de la Baja Central. Allí pudieron coger una manzana, un poco de pan y un odre de vino. Compartieron la comida y Shun se despidió de Lobo, prometiendo regresar a Trapos y Harapos al anochecer.

El muchacho se quedó en la puerta del Concordio, mientras la gente entraba y salía.

Iris salió a saludarle y le invitó a un palëg, una especie de cerveza elaborada con cerezas, hojas de laurel, y cimelio, una flor que aportaba un sabor a alcohol dulce.

- Buen trabajo, chico. Ayer desapareciste demasiado pronto y no me diste tiempo de decírtelo. Estaba segura de que saldría muy bien, pero me has sorprendido, ha sido impresionante.

- Entonces tendré que volver más veces...- dicho esto, ambos sonrieron y terminaron su palëg.

Aun era por la mañana cuando Shun salió al exterior.

Se puso a andar hacia el mercado principal de la Baja Central, y estuvo dando un paseo largo, sin pensar en nada, solo observando a la gente comprar, hablar y robar.

Ya llegada la tarde, decidió sentarse en un portal.

Dirigió la vista hacia el cielo anubarrado. Quería vivir las mismas aventuras que Greek, el explorador de la tienda de ataúdes. Deseaba salir de esas murallas que lo retenían, montar bichos extraños, explorar el Bosque de Esporas...

Soñando despierto, terminó por quedarse dormido.

Al despertar, era noche cerrada.

Se levantó decidido a volver a Trapos y Harapos, cuando de repente regresó aquella presencia que había sentido la noche anterior en el Concordio.

Le estaba llamando a gritos, pero no podía ver a nada ni a nadie.

- Ayer hiciste una buena actuación- la voz extraña era distante e indiferente, y parecía venir de todas partes.

- ¿ Quién eres? No puedo verte...- dijo el muchacho, alerta.

- Pensaba que recordarías a aquel que te salvó la vida.

Al escuchar esto, el corazón del joven dio un vuelco y se quedó de piedra completamente.

- Tu... ¿ Estabas en el Concordio, verdad?

- Pasaba por allí.

Entonces, de las sombras, salió una alta figura encapuchada.

- Soul...

- Veo que recuerdas mi nombre- dijo éste, acercándose a Shun.

- Yo... ¡Tengo tantas cosas que preguntarte! Eres del exterior, ¿ cierto? ¿ De dónde vienes? ¿ Qué hay realmente ahí fuera? ¿ Por qué me salvaste la vida?- la excitación del joven iba en aumento.

- Ahora mismo no puedo responder a todo eso.

- Entonces dime, ¿ por qué no me dejaste morir?

Soul alzó la vista hacia el cielo y soltó un largo suspiro. Después miró a Shun, y sus ojos grisáceos soltaron un destello en la oscuridad.

- Si te digo la verdad, no lo sé.

Una brisa de viento hizo que su capucha se moviera, dejando a la vista esos rasgos marcados y su piel blanquecina.

Su mirada era penetrante, alejada del mundo.

El extraño se dio la vuelta para marcharse, pero el muchacho no dejó pasar la oportunidad y le agarró de la capa, reteniéndolo.

- ¿ Cuándo volveré a verte?

Soul volvió la cabeza hacia él, esbozando un rostro en el que asomaba una ligerísima sonrisa.

- Siempre que asome la luna, en el granero norte. Te estaré esperando- al decir esto, de un salto, se subió a los tejados.

El viento hacía que su capa ondeara, como una sombra que se mueve en la oscuridad. Sus ojos aun relucían bajo la capucha.

Entonces Shun escuchó atentamente su respiración. Esa era la presencia que le llamaba, ahora con más fuerza.

Y desapareció en la noche.

La presencia se alejaba, pero el joven podía escuchar esos gritos, repitiendo las palabras lentamente, una y otra vez.

<< Te estaré esperando>>

El erranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora