»of venoms and desires

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(El siguiente capítulo contiene una escena +18. Pido responsabilidad, respeto y discreción. En caso de no querer leerlo, cuando aparezca este símbolo ► quiere decir que ahí empieza) 






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                    —Muy bien, más ideas —pidió Arthur sirviéndose una cerveza.

Varios integrantes de La Resistencia estaban sentados alrededor de una mesa cenando y creando nuevos planes, con las amarillentas llamas de las velas acompañándolos e iluminando sus rostros, proyectando grandes sombras sobre la roca de la cueva.
Helena y Gilbert estaban sentados uno al lado del otro. La primera parecía tener un mejor semblante, a pesar de que igual se veía cansada de cierta manera, pero su mejor amigo decidió quedarse en silencio, viendo la manera en que todo parecía estar asentado por el momento.

La preocupación todavía no disminuía, pero después de haberla visto tan mal, era gratificante encontrar cierta mejoría, por más mínima que fuera.

—Quemar su palacio favorito —intervino una chica de piel morena, cruzada de brazos.

De inmediato todas las cabezas se giraron hacia la fuente de la voz.

—Excelente, ¿cómo vamos a hacer eso? —Preguntó Wet Stick.

—Conozco al hombre que suministra brandy al palacio —contestó ella con una suave sonrisa —. Es el primer envío del mes.

Después de escuchar a la chica, la atención volvió a la mesa. Todos se habían quedado callados, después de todo aquel era un riesgo pesado, dado que dicho palacio quedaba en Londinium. Ninguno de los presentes había vuelto a poner un pie en esas calles desde que todo se fue por el caño con la aparición del rey nacido.

Helena soltó un pesado suspiro, y se terminó de tomar toda su cerveza en un solo trago.

—Es una buena oportunidad —aceptó ella por todos los demás.

—¡Oof! Ahora sí estamos calentado —animó el rubio sirviendo más bebida en la, ahora vacía, copa de la castaña.

Aquello sacó unas cuantas risas en el grupo, para que después todos se volvieran a centrar y arreglaran el día y el momento exacto para cumplir con aquella nueva misión. Debían encontrar la manera en que aquello saliera sencillo, sin tener más problemas de los necesarios.

—Qué desperdicio de brandy —comentó Back Lack, negando con la cabeza.

—Pero hará que el palacio arda bien —concluyó Arthur dándole una palmada en la espalda a su amigo.

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