Capítulo 3

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A la mañana siguiente y bien temprano, cuando llego al set de grabación, creo que me estoy durmiendo. Fue rudo, pero pude aprender un poco de mi libreto, lo pude leer y analizar, y, aunque no estoy muy conforme con el personaje —debido a que es muy sumisa y a la vez desobediente—, creo que he podido hacer algo. Practiqué toda la noche frente a Gus y Beicon —mis dos perros inmensos y oscuros—, que me miraban moviendo sus orejas. Fue raro, tengo que admitirlo. Más, cuando leí que no tardan mucho antes de que ella le haga una... felación.

Eso me trastornó, porque sabía que en las últimas tomas, haríamos eso.

Sonrojada por el pensamiento, le doy un sorbo a mi café con leche y me siento en una silla disponible a leer mi libreto. Sin embargo, cuando me indican que mi camerino está al lado del de cierta persona, me dirijo allí. Una vez dentro, me relajo, sintiéndome feliz ante la construcción de mi sueño.

Poco a poco.

Me hago lugar en el sofá disponible, y empiezo a leer. He llegado más temprano que todos, para acostumbrarme a la rutina desde ya. Aún falta una hora para empezar a rodar, así que sé que mi compañero de rol no ha llegado. Según Antoni, los demás actores vendrán hoy y me serán presentados cada uno de ellos. Luego de eso, Antoni me dio una copia del libro y el guion, para darme una idea de cómo es.

He leído algo sobre el libro, pero me parece mucho contenido. Aún así, me ha dado pistas. Y estoy aprendiendo. Tengo experiencia, aunque estoy nerviosa por mi nuevo reto.

Y vaya que reto.

Michele Meervenne. Recordarlo, me hace lamer los labios.

Se dio a conocer en un fogoso canal de películas para adultos, en dónde duró un año y se ganó la fama y el cariño de sus seguidores, luego de su retiro, se dio a conocer que quería participar en la pantalla grande, y lo hizo, a pesar de las críticas y las distintas cosas por las revistas amarillas, pudo y logró hacer su trabajo, demostrando que su don no era sólo mover las caderas. Lo demostró en su primera película, en la que participó como un soldado veterano, luego, en sus siguientes pequeñas participaciones. Aún así, sé que es la primera vez que tiene un protagónico en la pantalla grande, por lo qué compartimos ciertas cualidades.

Me muerdo el labio.

Lo conocí en un acto de rebeldía, cuando cumplí los veinte años. Mi madre quería que le rindiera cuentas sobre mi virginidad, pero yo me negué y le dije que era mi cuerpo y mis decisiones. No fue un error, no me arrepiento, estaba en todo mi derecho, pero ella era una mujer terca y de familia, y se sintió muy decepcionada de mí. Molesta por eso, me fui a una tienda de juguetes eróticos, y ahí compré mi primer amiguito. Lo escondía muy bien, y, cuando mis padres salieron y me dejaron a solas, decidí estrenarlo. No me sentía tampoco atrevida, pero sí algo excitada por lo qué vendría a continuación. Después de todo, iba a ejecutar mi primer acto de desobediencia, y si iba a hacerlo, tenía que ser a lo grande.

Vaya, qué grande.

Unos clic en la pestaña de incógnita, luego, una investigación algo exhaustiva, y ahí es donde Michele me dio la bienvenida. Me sentí pecaminosa, caliente y roja, porque estaba yendo en contra de todas mis costumbres, y, cuando le di play al vídeo y los gemidos de las mujeres que él follaba empezaban a sonar, me sentí en las nubes. Sólo recuerdo haber encendido el pequeño aparato, y, en el momento en que me froté el clítoris, hice coro con las demás chicas.

Vaya envidia, quería ser esas chicas.

Vi su rostro, me memoricé cada uno de sus rasgos. Disfruté cada uno de sus gestos, y, cuando se mordía el labio mientras apretaba las caderas de las chicas, ya sentía las piernas temblar.

A puertas cerradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora