Capítulo 13

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Mis nervios están latentes, pero más que nada, es por el asunto de los paparazzi enloquecidos.

Ya hace dos semanas desde el anuncio oficial de mi nombre, y todos han enloquecido por la misma razón. Nadie se esperaba, que después de eso, todo el mundo se viera acosado. Aún no saben la ubicación de la zona principal en donde grabamos, pero no faltaría nunca un soplón que dé la ubicación. Por el momento, no ha pasado, y todo el mundo está en completo estado de alerta, debido a lo mismo. Es frustrante en exceso, y siento como la tensión crece sobre mis hombros. Mi madre, como dejó claro en ese mensaje, no ha vuelto a mantener contacto conmigo; y aunque me fastidia que se haya enterado de esta manera, no es tanta como sus palabras.

Es una mujer cruel, y ya no sé en dónde quedó la dulzura que me dio cuando era pequeña... cuando no se volvió una fanática.

Entiendo, está bien y es bueno seguir a Dios; es admirable. Dios es amor en todos los sentidos. Pero sus súbditos, parecen no entender que Dios ama por sobre todas las cosas, que Dios sólo aborrece y no acepta el pecado, pero que ama a pesar de todo. No entiendo como puede haber gente, que dice ser seguidora de Dios, y despreciar de una manera tan detestable, a muchas personas. Sinceramente me parece doble moral.

Dios ama, perdona y entiende. En ningún momento incita al hombre a odiar a su hermano.

Me muerdo el labio, abrazando la bata de baño contra mi cuerpo, y abandono el pequeño espacio disponible para mí. Camino en solitario, debido a que Martha la han atareado de cosas por hacer, y sorbo de mi jugo. El sol brilla en lo alto, y suelto un suspiro desganado, con ganas de volver a mis dos horas de relajación que hacia unos minutos tenía.

Como fue más temprano, la locura desatada en el estudio de grabación, no me sorprende ni un poco. Todos están corriendo de un lado al otro, mientras preparan el escenario. El hermoso baño de azulejos blancos y de una enorme tina, están dispuestos para la escena que vamos a grabar a continuación. Sin embargo, lo que en realidad parece tensar el ambiente, es el asunto de los paparazzi. No esperaba que fuera tanto el acoso, y aunque a mí no me han atrapado luego de dicha locura, no dudo mucho que habrá un momento de descuido. Hablan tan mal de ellos, que siento miedo. Entiendo que sea su trabajo, pero el hostigamiento es demasiado.

Me siento en uno de los bancos disponibles, y leo mi libreto con calma. Ya vamos por la cuarta parte del libro, y siento que hemos ido en buen tiempo, incluso Lara aplaude ese hecho, y yo me encuentro feliz por lo mismo. Según sé, que debido al buen ritmo que llevamos, podremos lograr ahorrar algo de dinero que nos vendría bien. Eso, más que nadie a ocasionado problemas, ha mantenido todo con buen pie. Sin embargo, el asunto de los paparazzi nos tiene alerta a todos.

Aunque, si soy realmente sincera, lo que me mantiene con la piel de gallina, es el hombre mueve piso que he visto jamás. Michele no me evita, tampoco me trata frío o déspota; todo lo contrario: es atento, amable y agradable. Se ha mantenido al margen conmigo, y no ha hecho nada para que se incline la balanza a su favor, simplemente está ahí, con calma, siendo profesional... está comportándose como le he pedido.

Y eso, por sobre todas las cosas, me tiene como un gato erizado.

Siento que en cualquier momento, si sigue comportándose como es debido, me hará caer más rápidamente a sus pies.

Lo busco con la mirada, sin ser del todo consciente de lo que hago. Lo encuentro a lo lejos, con una bata de baño al igual que yo, y mi piel se eriza. El aire que contenía en mis pulmones, escapa con un suave suspiro, mientras miro como terminan de llenar la tina con agua. Muerdo mi labio, nerviosa, y me coloco de pie cuando piden que cada quién se ubique en sus puestos. Me muero de nervios, pero cuando me ubico junto a la tina, y miro los pétalos de rosa flotando en el agua, trago.

A puertas cerradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora