Capítulo 18

2.4K 272 200
                                    

Contenido +18, si decides leer, es tu responsabilidad. Aún así, espero que si lo lees, leas porque así lo has decidido, tus opiniones negativas, puedes guardarlas.

Michele es suave en un principio, siguiendo su papel de Sebas. Sus manos suben por mis caderas, acariciando mi piel a cada toque. Me mantengo con los ojos cerrados, hundiendo la cabeza en la almohada, a medida de cada caricia. Entiendo el hecho de que estamos actuando, aunque con Michele siempre todo me ha parecido bastante real. Su rostro sale del hueco de mi cuello, dejando un sendero de besos por mi cuerpo, bajando hasta hundirse entre mis pechos. Su lengua sale a escena, sin dejar de mirarme, y frota mi pezón. Contengo el aire en mi sistema, sabiendo que, uno: no soy actriz pornográfica; y dos: que los gemidos deben ser pocos, debido que en esta escena, sólo debemos movernos porque rellenaran el silencio y otros sonidos, con alguna música. La verdad, justo ahora, no me importa pensar mucho en eso, tan sólo me concentro en Michele.

Michele, y lo que está haciendo.

Michele, y su lengua traviesa.

Michele, siendo Sebas; actuando.

Pero, a pesar de ser consciente de esto último, entre mis piernas ya estoy palpitando.

Es atrevido, sin muchas palabras, y se pierde entre mis muslos. Su rostro se esconde entre ellos, fingiendo hacerme un oral. Trato de concentrarme en mi respiración, agitándola para crear aún más realismo, sin embargo, en algún momento, su lengua de verdad traza mi hendidura por apenas un segundo.

Suelto un suave gemido, hundiendo mi mano sobre su cabello. Lo jalo con fuerza, sintiendo como me sujeta de los muslos. Sus dedos se marcan sobre mi piel con firmeza, y, cuando se incorpora sobre mí, estoy temblando. Su lengua sale, limpiando sus labios, y quiero detener todo, para preguntarle por qué carajos ha hecho eso. No sabe si la cámara realmente tomó esa escena, no sabe si fue lo suficientemente discreto como para no haber llamado la atención. Aún así, con eso en mente, no deja de besarme, de acariciarme...

En un breve corte que hacemos, respiro con fuerza, cubriendo mi frente con el brazo. Mis mejillas están rojas y hace tanto calor, que puede derretir cualquier cosa; hace tanto calor, qué podría sentir como la sangre en mis venas, comienza a evaporarse. Mientras la espera parece hacerse eterna, apenas y percibo a Michele, con la respiración pesada y un problema... mayor. Sus ojos van a los míos, y me quedo pérdida en ellos.

Ahora, que los veo realmente con la luz que le da de lleno, soy consciente de que no son negros realmente, son un chocolate oscuro, que brilla con motas doradas. Sin embargo, las pupilas parecen absorber todo color... su mirada es pura promesa, es pecado.

Ninguno de los dos hablamos, pero, cuando volvemos a tomar la escena, me mantengo lo más cuerda que se puede.

Practicamos varias posiciones, variando cada tanto como es debido. En una de las tantas, cuando me toca sentarme sobre su regazo, sus manos se pierden en mi cabello, y jala de una manera, que me hace echar la cabeza hacia atrás. Su boca se pierde en mi cuello, y lame mi vena que palpita, mientras que una de sus manos me incita a moverme sobre él. Evitar tocarlo parece una odisea, porque de vez en vez, hay roces que no se pueden evitar.

No sé qué es peor; si el escaso roce, o la falta de ello a profundidad.

Cuando su mano atrapa mi cintura, y su frente cae contra la mía, está sobre mí, haciéndose espacio entre mis piernas. Escucho a Lara gritar corte, felicitando como es debido. Siento como Michele aparta sus manos de mi cuerpo, aún así, deja un suave beso en mi mentón, bajando hasta mi oreja.

—Te veo en el baño más lejano, en cinco minutos.

Se separa de mí, con la promesa en el aire.

A puertas cerradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora