¡Que Bonita Casa, Kacchan! ¿Estas En Una Misión?

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El rubio se veía algo mayor, se notaba que no había recibido un corte de cabello en unos meses, pero fuera de ello, todo parecía normal.

— ¡E-eso es lo que intentamos averiguar! — gritó el eléctrico claramente confundido.
— ¡¿A ti también te atacó ese villano!? — un gesto de extrañes fue lo que recibieron, para después, ser ignorados por el explosivo, quien se dirigía hacia su destino.
— ¡Bakubro, esperaaaa! —

— ¿Katsuki? ¿Que sucede? — una mujer de unos 50 a 60 años aproximadamente se acercó a la escena, mirando a los jóvenes con su ceño fruncido.
— ¿Quieres que llame a la policía? — por su tono dulce lograron deducir que era una Omega, aún así, no entendían porque los miraba de manera tan extraña.

— Descuide abuela, son solo... Eh... — intentó pensar en una excusa creíble,pero al no encontrarla, soltó un bufido, se iba arrepentir.
— Son mis amigos, vienen de la ciudad, por eso están... Así. — lo último que quería era a la policía detrás de él por unos estúpidos héroes ineptos como ellos.

— Oh~ vaya, nunca hablas de ellos Katsuki, qué bueno verlos, ¿Quieren algo de-

— No hace falta abuela, ya íbamos de camino a mi casa. — le dedicó una dulce sonrisa, Kirishima estaba que se moría de ganas de abrazarlo, nunca les había llamado "amigos" abiertamente.

Y esa sonrisa, ufff, estos momentos quedarían en su memoria para siempre.

— Vamos, caminen. — volvió a su tono seco, dándoles a entender que lo siguieran.

Ninguno sabía que hacer, el silencio los carcomía en el transcurso a su destino, Bakugou parecía tranquilo, más de lo normal, siempre les gritaba cuando se acercaban mucho a su persona, pero...

¿Que hacían adentrándose al bosque?

— Primero que nada. — hablo, sacándolos de pensamientos a todos.
— No quiero ninguna pregunta, ¿Me escucharon? Ni. Una. Sola. Jodida. Pregunta. — ah, seguía siendo el mismo.

— Segundo, mierda. — casi tropieza con una de las ramas torcidas, afianzó su agarre con la bolsa en su brazo, se veía pesada.
— ¿Q-quieres que te a-ayu-

— ¡No! — se veía a punto de perder la paciencia, pero logró detenerse.
— Como decía. — recobro camino, siendo observado por los demás chicos, curiosos.

A lo lejos, notaron una linda cabaña de gran espacio, algo alejado del pueblo, pero parecía tranquila.

— ¡Que bonita casa, Kacchan! ¿Estás en una misión en cubierto? — pregunto el peliverde con un brillo en sus ojos al ver la gran casa donde el rubio se alojaba

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— ¡Que bonita casa, Kacchan! ¿Estás en una misión en cubierto? — pregunto el peliverde con un brillo en sus ojos al ver la gran casa donde el rubio se alojaba.

Quien solo dio un bufido de respuesta.

— Bakugou, Midoriya te hizo una pregunta. — le recriminó el bicolor.
— COMO DECÍA. — ignoró ambas peticiones.
— Segundo, nada de héroes, aquí son solo personas comunes y corrientes, ¿Escucharon? — todos asintieron a sus palabras, dudosos por su actitud.

Dio un suspiro de nuevo, dejando la pesada bolsa en el suelo para sacar sus llaves.
— ¿Tienen malditos supresores? No quiero el olor de un Alfa impregnando en mi casa. — Todoroki asintió, Deku palideció, Denki no estaba poniendo atención y Kirishima sonrió con nerviosismo.

— Si serán... — esperaban un golpe, un grito, lo que sea, típico del chico explosivo, en cambio, recibieron solo un bufido.
— Entren, intentaré arreglar eso. — abrió la puerta, agachándose para volver a tomar aquella bolsa de hombro.

Siendo detenido por el de ojos diferentes, quien tomó el objeto sin decir palabra.

— ¿Pero qu-

— Te ayudo. — fue lo que dijo, entro a la casa ignorando las quejas del mayor, siendo golpeado por el aroma del Omega.

Vainilla con galletas.

— ¡No quiero nada de sus jodidas feromonas en mi casa! — pudieron jurar que humo salió de sus orejas para salir disparado a su habitación, momentos después, regreso con varios conjuntos de ropa.

Se las lanzó sin pudor alguno, aún con un mohín en sus labios.

— ¡Si! ¡También es para ustedes dos! ¡¿Me escucharon?! — se refirió a las chicas, quienes veían atónitas la limpieza y calidez del lugar.

— ¡Si! ¡También es para ustedes dos! ¡¿Me escucharon?! — se refirió a las chicas, quienes veían atónitas la limpieza y calidez del lugar

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— ¡PÓNGANSE LA ROPA! — chillo, no quería tener que dar explicaciones de porque un grupo de inadaptados fue a su casa.
— Muy bien... — se calmó.

— Iré por sus malditos supresores, hay comida en la nevera y la televisión funciona, no pueden entrar ni a mi cuarto, ni a otros. — tomo su billetera y dio una última mirada a sus ex compañeros.

— Regreso en unos momentos. — al salir de la casa, camino dando zancadas de nuevo al bosque.

— El destino me odia. — gruño.



















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