I.- Prólogo

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Corría el año de 1893, exactamente el día jueves 24 de marzo, naciendo entonces la amada y hermosa hija de los humildes señores Myoui, haya en el pequeño poblado provincial de lo que en aquel entonces era parte del imperio astro-húngaro, descendiente de inmigrantes japoneses en busca de mejores oportunidades y claro, con un padre soñador y aventurero.

La pequeña niña de piel ligeramente bronceada y ojos de un profundo color chocolate.

Ella sería la quinta de 6 hermanos, y aún que eran muchos, el amor jamás falto en su humilde casa, que a pesar de las carencias, siempre estuvo inundado por el calor y el confort de un bello hogar.

La familia se quedó en aquella provincia debido a que el padre fundó un Restaurante de comida típicamente japonesa, el cual afortunadamente se hizo muy exitoso y le ayudó así a comprar con mucho esfuerzo una casa para su familia.

Así que ambos padres después del nacimiento de su sexto y último hijo, decidieron que ese sería su lugar de residencia definitivo.

Al año siguiente en la misma provincia, el 23 de abril de 1894 nacía la segunda y última hija de los Son, miembros de la comunidad respetados y bastante bien posicionados económica y socialmente.

Todo fue felicidad para la familia Son, su pequeña nacía sana, hermosa y tiernamente agraciada.

Sus hermosos y brillantes ojos marrón fueron la adoración de su padre desde el primer momento, pues eran el reflejo fiel de los de su amada esposa, siendo así, esta pequeña la debilidad del señor Son.

Eran años difíciles, la economía como siempre estaba bastante mal equilibrada, y las luchas de poder entre los países eran evidentes, el patriotismo siendo metido en las venas de cada ser humano de la entonces golpeada Europa, para así hacer creer que cada nación era superior a la de al lado.

Pero por lo menos en aquella provincia se podía vivir bien, era hasta cierto punto menos estresante, por lo cual las familias vivían plácidamente, y con menos preocupaciones que quienes vivían en las grandes ciudades, escuchando de posibles guerras, de saqueos, de gente muriendo en todo Europa.

En fin, aquel era el lugar ideal, o así lo sentían quienes vivían en aquel lugar, con su encantadora familiaridad provincial.

Todo mundo se conocía, y todo mundo se saludaba temprano en la mañana, los niños jugaban libres y felices por todas las calles, incluso se daban el lujo de perderse entre bellas colinas, escarpados acantilados, interminables bosques y un hermoso río que bajaba de las montañas, donde cada verano, los niños chapoteaban en la orilla, mientras los adolescentes alardean sobre sus habilidades de nado.

Todo es tan exquisitamente hermoso que a cada paso te daban ganas de pintar un cuadro.

Todo transcurría con relativa pasividad en aquel lugar lejos del bullicio y los problemas, es tan pequeño y familiar que hacía que todo mundo se sintiera seguro y confiado.

Bajo aquel cielo azul el tiempo pasaba lento y plácido, aún cuando el cielo se tornara gris, cayendo los primeros copos de nieve de las frías noches invernales, las personas se mantenían cálidas y sonrientes, a espera de las siguientes flores de primavera.

Todos, incluyendo a los Myoui y los Son, compartían la felicidad que les daba el estar abrazados a las montañas de cumbres siempre nevadas.

Nada podía ser más placentero que la tranquilidad que te da tu familia, tu hogar, y por supuesto un pueblo al que puedes llamar lo más hermoso que jamás hayan visto tus ojos.

120 AÑOS (MICHAENG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora