Capítulo 18

711 67 4
                                    

(Janis)


Nada más cruzar la puerta del hotel, donde el equipo de atletismo nos íbamos a quedar, nos presentaron a un entrenador que Keith y Emmet habían contratado para ayudarnos a prepararnos.

Este entrenador, Mario, lo primero que nos dijo fue que corriéramos a las habitaciones a dejar las bolsas y que nos esperaba en la cancha.

Al final las habitaciones eran compartidas entre la mitad del equipo en una habitación y la otra mitad en otra. A parte de las dos habitaciones extra donde estaban las animadoras. Por horario yo tenía que esta con el resto de chicos. Por suerte había baños fuera así que no me tenía que cambiar ahí en medio.

El entrenamiento era cien veces peor que los entrenamientos que nos pone Keith cuando se pone severo con nosotros.

-Este entrenador se convierte en un monstruo cuando se refiere al atletismo. Es peor que Keith –me comento un compañero del equipo.

-Vosotros, los del fondo –nos llamó la atención Mario, desde lejos- Si tenéis tiempo para charlar ¿Puedo doblar el entrenamiento?

-No, no, no, no hace falta –nos apresuramos a contestar.

-Los dos, diez vueltas de más, ahora.

-Pero... -me iba a quejar.

-¡AHORA!

Tanto yo como mi compañero nos pusimos a correr pero igualmente llegue a escuchar el comentario de David, riéndose de mí porque me hubieran pillado hablando.

Mario incluso nos reprendió por las frases y pullas que nos lanzábamos David y yo. Ni siquiera nos dejó competir uno contra el otro en una carrera, con la excusa de que no podíamos porque como somos del mismo equipo es como luchar contra nosotros mismos.

Para cuando acabamos el entrenamiento y estábamos todos los agotados. Encima me dijeron que como tengo que compartir vestuario con los chicos tenía que adelantarme y ducharme antes que ellos.

Por lo que cogí mis cosas y me fui adelantándome. Pero nada más entrar en el vestuario escuche como quejidos por lo que deje la las cosas en la banqueta y fui puerta por puerta para ver de dónde salía.

Entonces del final del vestuario salió Keith cojeando, solo con una toalla envuelta en la cintura.

-¡Hey! ¿Estás bien? –dije acercándome para que se apoyara en mi hombro. Le ayude a llegar a la banqueta- ¿Pero qué ha pasado?

-Me han entrado calambres.

-¿Calambres?

Me arrodille frente a él y empecé a masajearle la pierna mala. No voy a admitir nunca que había aprendido a que hacer después de a ver estado estudiando el caso de Keith por internet.

-Aguántate un poco –dije al ver que puso cara de dolor.

Fui subiendo poco a poco desde el tobillo hasta la rodilla.

-Ya duele menos –me comento Keith.

Cuando llegue a la rodilla y tuve que subir un poco la toalla vi la cicatriz que cruzaba su rodilla.

-¿Esta bien aquí? –pregunte refiriéndome a la rodilla.

-Está bien, pero mi pantorrilla no para de tener calambres.

Mirándole a los ojos apreté un poco por encima de la rodilla y Keith hizo un gesto de dolor.

-Perdón –me apresure a disculparme.

Nos quedamos mirándonos a los ojos y entonces es cuando me di cuenta de su desnudez. No pude evitar seguir el recorrido de una gota de agua que cayó de su pelo a su cuello. Tenía un cuerpo muy bien definido, aunque hubiera dejado de practicar atletismo como cuando lo practicaba. La gota empezó a bajar por la clavícula hasta el pectoral, pasando cerca del pezón, y siguió bajando...

-Keith yo...

-¡Vamos a la ducha! –se escuchó la voz de los chicos en la puerta de los vestuarios.

Tan rápido como pude me levante y, ayudando a Keith a caminar, nos metimos los dos en una de las duchas. Cerrándola con el pestillo.

Escuchamos como se movían por fuera, hasta las duchas. Mientras Keith y yo estábamos pegados el uno al otro. Le puse un dedo en los labios a Keith, para que no dijera nada.

-Está bien, no te preocupes –le susurre al pecho de Keith.

Note como Keith asentía con la cabeza. Al levantar la vista vi cómo se estaba conteniendo la risa.

-Están duchándose ¿Esto está bien? –Pregunto con sorna- voy a tener que hablar con los dueños.

Nos quedamos en silencio, mirándonos a los ojos. Era una situación incomoda. Ya que tenía mi cara casi aplastada contra su desnudo pecho.

-No quiero que te escandalices, ni que chilles y mucho menos que me desvíes la mirada –dijo susurrando- pero necesito que sepas que en cuanto has empujado para entrar aquí mi toalla ha volado. Esta fuera. ¿Entiendes?

No pude evitar abrir desmesuradamente los ojos. Pero tal como dijo no baje la mirada. Keith trago saliva avergonzado. Yo misma me notaba sonrojar.

-Cuando salgas ¿Me la podrías acercar?

-Si, por supuesto. Ya salgo –dije tapándome los ojos con la mano.

Me fui girando hasta estar cara a la puerta. Pero no voy a mentir y tengo que confesar que vi algo de su cuerpo entre los dedos de mi mano.

Salí de la ducha y vi que ya nadie quedaba fuera de las duchas. Por lo que corrí a coger una toalla y a pasarla por encima de la puerta, para Keith.

Después de eso corrí a coger mi bolsa para irme fuera, al pasillo. Ya me ducharía cuando terminaran todos de ducharse.

Esta noche no iba a poder dormir. Las imágenes que Keith me había regalado iban a ser un martirio para mi imaginación. Iba a soñar con ser la gota que había visto bajar por el cuerpo de Keith...

Llegando a la metaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora