(Janis)
Estábamos entrenando. Emmet y Nina con todos los del equipo y yo, exclusivamente, con Keith.
Me estaba haciendo saltar vallas como si de repente yo me hubiera convertido en un saltamontes o un conejo.
Aunque estaba concentrada en el entrenamiento era muy consciente de las miradas de David. Seguramente de envidia porque su súper manager me estaba entrenando a mí en especial.
En una de estas vallas falle y no me comí el suelo de milagro, ya que puse las manos por delante.
-Te dije que la saltaras no que la atravesaras –dijo Keith en broma- ¿Te has hecho daño?
Me encontraba sentada en el suelo mirándome las rodillas, ya que se habían llevado la peor parte.
-Si –dije ignorando los rasguños.
-Espera, déjame ver –dijo agachándose a mi lado.
Arremango más el pantalón de chándal, que era parte del uniforme. Solo era un rasguño, nada serio. Pero Keith me cogió una rodilla con las dos manos y empezó a masajearla, suavemente. Luego hizo lo mismo con la otra.
Enmudecí, involuntariamente, por su tacto. Me quede tan embobada mirándole que no dije nada.
-Están bien –dijo levantándose y ofreciéndome la mano para ayudarme a levantar.
Le acepte la mano y me levante. Aun cuando estaba en pie podía notar sus manos en mis piernas. Era como un hormigueo, cosquilleo, donde él había tenido sus manos.
¿Qué me había pasado? Yo, por norma general, no me habría quedado quieta mientras me toca. Me habría burlado por eso o me habría desquitado con la valla. ¿Por qué no había reaccionado?
Decidí dejar eso a un lado y centrarme en el entrenamiento.
Salte la siguiente valla y Keith me llamo la atención.
-Mal –dijo acercándose- tienes que subir más la rodilla e impulsarte con tu pierna dominante. O los demás te sacaran ventaja de eso sin esforzarse.
-¿Puedes enseñarme un salto que sea más ligero y rápido?
-¿Qué?
-Ya sabes como los que hiciste cuando competimos. Se te veía muy ligero y ágil.
-No puedo –dijo serio- cada uno tiene su estilo, yo solo te puedo dar consejos básicos. Además tu salto no es malo. Cuando lo domines mejor, serás mucho más rápida y fuerte.
Solo pude resoplar de frustración.
En ese momento sonó la alarma de mi móvil. Fue cuando me di cuenta que hacía rato que solo estábamos nosotros dos en la pista, entrenando. Me acerque a los bancos y apague la alarma.
-Lo tenemos que dejar. Tengo que ir a trabajar –dije colgándome la mochila del hombro.
-Ten cuidado –dijo con tono preocupado.
Tuve que girarme a mirarle la cara. Parecía preocupado de verdad.
-¿Qué ocurre? –me pregunta.
-Desde que me uní al equipo, esta es la primera vez que te preocupas por mí –dije acercándome de nuevo a él.
Si hubiera parpadeado me hubiera perdido la cara que había puesto que reflejaba que le había pillado por sorpresa.
-Vete o llegaras tarde –dijo echándome prisa para que me fuera.
-Nos vemos mañana –me despedí antes de girarme.
-Hey, espera un segundo –dijo poniéndose a mi lado.
Entonces saco de su bolsillo una muñequera, negra, y me la paso.
-Esto es para ti.
-¿Me das una muñequera de la escuela? –pregunte confusa.
Vale que se la había visto usar a los demás miembros del equipo, pero ¿Por qué me regala la muñequera del uniforme de atletismo, cuando yo ya tengo la mía aunque no la esté usando ahora?
-Es la mía.
Al mirarla más fijamente vi que tenía bordada la letra K la inicial de su nombre.
-Trabaja duro en los entrenamientos.
-Gracias –dije antes de salir de la pista.
Inexplicablemente me sentí conmovida y algo excitada. Solo había sido una muñequera, pero el hecho de que fuera suya y me la diera a mi parecía significar mucho.
Cuando me aleje un poco me gire y lo pude ver como estaba empezando a correr, no iba rápido. Se notaba que aun tenia dolor en la rodilla, seguramente de cuando me vio en el bar.
Entonces salto. Verlo saltar mientras competíamos había sido muy guay pero desde fuera era incluso más, era todo un espectáculo.
Entonces lo vi prepararse para uno de sus saltos. Era como verle volar. Pero cayó mal. Por lo que solté la mochila y corrí hasta él.
Le ayude a ponerse bien, a sentare en el suelo. Keith estaba llorando. Solo pude frotarle la espalda para reconfortarle.
-¿Por qué has vuelto? –me pregunto sin mirarme a la cara.
-Yo... Olvide mi móvil –dije como excusa, pero era mentira.
-Solo cógelo y vete ¿No tenías que ir a trabajar?
-Deja que recoja todo esto por ti.
-No tienes porque, lo hare yo mismo –dijo haciendo la intención de levantarse.
-No te preocupes –rebatí adelantándome a recoger.
Cuando acabe lo vi intentando levantarse. Me acerque a ayudarle. Estaba llorando.
-Estoy bien. Yo puedo.
-Lo sé –dije aunque sin soltar su brazo para acabar de ayudarle igualmente.
Empezamos a caminar, en silencio, con su brazo sobre mis hombros hacia su casa.
-¿No llegaras tarde? –pregunto a medio camino.
-Hable con el jefe y me tome el día libre –como volvió el silencio dije- Has saltado realmente alto.
-Mantén esto en secreto por mí.
-No te preocupes.
Seguimos caminando. Aunque me costaba llevarlo, ya que es más alto que yo y pesa un poco, nos las arreglamos para llegar a su casa. Íbamos casi abrazados, para evitar que Keith tropezara y nos cayéramos los dos.
Después de dejarle en su casa me fui a mi habitación, del dormitorio. En cuanto llegue me duche.
Ya era tarde pero llame a Keith por teléfono.
-¿Hola? –respondió.
-Soy Janis.
-¿Por qué me llamas tan tarde en la noche?
-He visto un video tuyo en octavos de final, estas genial –dije para empezar la conversación.
-¿Me llamas para elogiarme? ¿No porque te preocupas por mí? –pregunto sorprendiéndome.
-¿Preocuparme más? Joder, no. En tus sueños –dije colgando rápidamente.
Me quede mirando el teléfono ¿Me había vuelto loca? ¿Qué esperaba de esa llamada? Aunque estaba pensando eso tenía una sonrisa en la cara por haber escuchado a Keith que estaba bien.
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Llegando a la meta
RomanceKeith fue un excelente corredor de atletismo en el pasado, pero tuvo que renunciar a sus sueños debido a una lesión en su rodilla. A pesar de todo él el sigue en el equipo con la ilusión de cumplir su sueño. Conoce a Janis, una chica con muy mal gen...