La otra noche mi padre me había puesto un humor mucho más amable y feliz, en verdad que verlo me había alegrado demasiado, supongo que ahora podía salir de la cama y hablar con Javier.
También habíamos hablado de mi libro, ya que llevaba ya un tiempo aquí y no había escrito demasiado cosa que le preocupaba a mi padre, ya que se suponía que venía solo a eso, no venía a reencontrarme con mis viejas amistad, con mis viejos amores.
Me metí de nuevo la tostada con mantequilla a la boca y fruncí el seño al pensar en que era lo que haría, no sabía si debía ir hasta su casa, o hablarle primero.
Bueno, supongo que puedo dejar de pensar en eso mientras cenaba porque no me está dejando para nada un buen sabor de boca.
— Buenos noches —dijo Simon saliendo de su estudio mientras se estiraba haciendo sonar sus huesos.
— Buenos noches —respondí simplemente sin más, sin decir mucho.
— Tranquila Elisa, no hables tanto, me estás atiborrando de información, detén un poco tu charla —se burló de mí silencio ganándose un dedo corazón como respuesta.
— No sé qué hacer con el tema Javier, no me ha hablado él a mí y yo tampoco a él pero temo que si lo busco no quiera hablarme, no podría soportar verlo ser indiferente conmigo. —Simon me abrazó por detrás y me robó mi tostada.
— solo sé tú misma, no hay necesidad de que pienses mucho lo que vas a decir, a final de cuentas cuando lo tengas enfrente olvidarás todo lo que habías pensado, terminará hablando tu corazón y ya, así que... —asentí, me levanté de la silla y terminé el último trago de té de hierbas relajantes que tenía en mi taza, la lavé y caminé a mi habitación.Simón tenía razón, si es que al final lo que yo dijera era lo que iba a hacer que volviera a la rutina con Javier, y si lo pensaba demasiado terminaría comiéndome la cabeza sin necesidad de hacerlo.
Suspiré y me tiré boca abajo en la cama, cerré mis ojos y me abracé a mi almohada. Quizás debí decirle a Javier que lo quería también cuando él me lo dijo en el restaurante. Nos habría evitado un montón de dolor a los dos.
— Elisa —gritó la voz de Simon, suspiré y me levanté de la cama para poder responder.
— ¿Qué quieres? —respondí con voz alta para que me escuchara.
— Sibel llegó, y Harry me envió un mensaje diciendo que su novia y él vienen para acá así que quítate la pijama y vístete un poco mejor —me levanté completamente y salí de mi habitación para mirarlo.No entendía porque mierda tenía que vestirme para recibir a la jodida novia de Harry, ni que fuese la puta reina.
Desde el intercomunicador le abrí la puerta a Sibel y esperé a que subiera para que me ayudara a vestirme con un outfit que pudiera usar también para ir a hablar con Javier.
— Abreme, Elisa, estoy aquí —gritó detrás de la puerta, sonreí y me levanté a abrirle la puerta principal.
— Adelante, vamos hasta mi habitación, tienes que ayudarme con un outfit —dije caminando hasta el antes mencionado lugar, Sibel me seguía de cerca.— tú hermano está trabajando de nuevo en su corto? —preguntó mirando a la puerta del estudio de Simon, sonreí.
— Sí, últimamente poco sale de ahí, supongo que quiere acabar pronto esa mierda. —alcé los hombros.
— no debería trabajar tanto, vive estresado ese hombre —respondió... ¿Y ella como lo sabia?La miré con un poco de intriga haciendo que ella sonriera y alzará los hombros.
— ¿Hay algo que no me hayas dicho Sibel? —pregunté, ella negó— bueno, entonces ayúdame a escoger un outfit, cuando acabe esta cena de mierda iré a ver a Javier —Sib alzó las cejas y sonrió.
— Con gusto, para eso te ayudo sin cobrar nada —solté una risa.
— Te adoro —dije y abrí las puertas de mi armario dejando que ella se escabullera dentro para buscar la mejor combinación de prendas.Estaba haciendo un poquito de frío y parecía que quería llover, así que era casi seguro que iba a llevar un buzo o algo así. Porque no quería pasar frío o algo así, eso me distraería del objetivo principal.
Solo deseaba que Javier me abriera la puerta, porque sería una pena que se inventara que no está para no recibirme.
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•Finalmente me había puesto un pantalón negro con una sudadera blanca sin letras ni nada más que una pequeña flor en el pecho.
Estaba ya empezando a llover muy levemente y eso me preocupaba, no quería decir que me iba a echar para atrás para no ir con Javier, aunque estuvieran cayendo rayos iría, ya no quiero estar sin hablar con él.
El timbre de la puerta se hizo presente sacando una sonrisa en mi, bueno, ahora faltaba menos para irme con Javier, al menos ya estaba aquí Harry y su novia de la que ni siquiera sabía el nombre.
La sonrisa de mi cara seguía estando ahí mientras que escuchaba las llaves abriendo la puerta principal, pero tan pronto se abrió mi boca se abrió al igual que mis ojos.
Ella se quedó de la misma manera que yo, supongo que no esperaba verme aquí, ni esperaba que fuese precisamente yo quien la pillara en su infidelidad.
— Barbara, ¿A qué mierda de juego estás jugando con Javier? —hablé seria, molesta.
Yo me había perdido de estar con el chico que quería por tenerle consideración a una persona que ni de cerca se lo merecía, ella estaba engañando a Javier eso era ser una persona con poca vergüenza.
Pasé por su lado chocando mi hombro con ella sin escuchar los gritos de los chicos preguntándome a dónde iba, seguro que no entendían un carajo, Simon les explicaría, era el único que conocía a Barbara y sabía lo que había pasado.
La lluvia me chocaba en la cara pero yo seguía caminando a paso rápido hasta el apartamento de Javier, llegué y subí las escaleras corriendo, como si no estuviese para nada agotada de caminar.
Toqué la puerta esperando a que me abriera quien esperaba ver delante.
Mi respiración se detuvo cuando su rostro apareció frente a mi.
— Elis... —intentó decir pero lo callé poniendo mis labios sobre los suyos teniendo que ponerme de puntillas para alcanzarlo.
Mis manos solo se aferraron a su rostro mientras mi cerebro celebraba con fuegos artificiales.
Había querido esto desde hace tantos años, besar a Javier era lo mejor que me había pasado en toda mi vida.
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Frío - Bnet (🆃🅴🆁🅼🅸🅽🅰🅳🅰)
FanficÉl era frío, serio, poco conversador, siempre lo era con todos... porque se le había ido el único rayo del sol en su vida. Ella era dulce, alegre, parlanchína, pocas veces se le veía mal... pero se vio obligada a alejarse su mejor amigo. Una amist...