---Me llamaba Caspian---murmuró Raccoon, casi para sí mismo.
---¿Has dicho algo?---preguntó Colt, aún con la mirada fija en el bol, completamente lleno de masa de galletas.
El joven rebelde removió la masa, distraído, y miró a Raccoon. El niño había estado actuando raro desde que salieron de la biblioteca. Recorrieron juntos los pasillos, como siempre, pero había algo distinto, un brillo diferente en sus ojos, como si estuvieran más apagados, más vacíos. Al llegar a la cocina, el pequeño había ayudado a su mentor en hacer la merienda, pero no había hecho mucho más ni había abierto la boca. Aquello era extraño, y raro.
---¿Falta algo?---preguntó Colt, sin comprender del todo qué le pasaba a Raccoon. El niño negó---. ¿Has echado los huevos? ¿La harina? ¿Levadura?---El joven asesino asintió, con la mirada fija en un pequeño bol, donde descansaba una tableta de chocolate blanco---. ¿Todavía no has troceado el chocolate?
Raccoon se encogió de hombros, algo cansado, y agarró un pequeño cuchillo de cocina y el bol con el chocolate. Con cuidado y paciencia para no cortarse los dedos, el niño empezó a trocear la tableta de cacao con la navaja, hasta que quedó partido en pequeños cuadraditos del delicioso y blanco dulce. Al terminar, Raccoon se llevó un pequeño trocito a la boca y metió el resto dentro de la masa, que Colt removió con energía.
---Buen chico---murmuró el joven héroe.
El joven dejó de remover la masa y Raccoon la partió en trozos, algo distraído. El resto fue relativamente sencillo: Dar forma a las galletas, aplastarlas sobre la bandeja y meterlo en el horno. Y luego, a esperar. Raccoon quería meter él las galletas en el asador, pero su compañero no le dejó, por temor a que se quemara. Al niño le parecía ridículo, pero no protestó; no servía de nada protestar. Ya cuando ambos chicos se sentaron delante del calor del horno, viendo cómo las galletas se hacían lentamente, Raccoon repitió sus palabras:
---Me llamaba Caspian---repitió el niño---. Cuando vivía en el orfanato. Ese fue el estúpido nombre que mi madre me puso antes de...---Las palabras murieron en sus labios.
---Morir---le ayudó Colt en un susurro---. Sí, bueno. Lo siento mucho.
Raccoon soltó un bufido y hundió la cabeza entre las piernas, avergonzado. Debía contárselo. A él, antes que a todos los demás. Aquella mentira que había contado ese día en el callejón le pesaba en el pecho, como una piedra. Debía soltarlo, o explotaría.
---Hay algo que no... Que no he contado---murmuró el niño---. No están muertos... Mi madre nos dejó a mí y a mi padre solos cuando era pequeño---Raccoon se llevó un dedo a la frente, como si le doliera---. Mi padre... Se gastó todo el dinero en armas... y drogas...---El niño vaciló---. Y luego me dejó solo. No los he vuelto a ver desde entonces.
Colt se quedó callado. No se esperaba aquello, estaba... Sorprendido. Él pensaba que el pequeño terremoto tenía un nombre, una identidad... Pero no una familia. Su familia eran ahora ellos. Aquello no podían cambiarlo.
No quería mirar a Raccoon. O Caspian. O como quiera que se llamara. Él sabía lo que era estar solo. Y que un niño tan pequeño tuviera que pasar por lo mismo que él... No era justo. No lo era. Raccoon podía ser un asesino, podía saber luchar. Pero en aquellos últimos días que habían pasado juntos se había dado cuenta de que Raccoon seguía siendo un niño después de todo. Podía reírse, disfrutar al ver una película de dibujos animados, incluso jugar con otros niños de su edad. No le gustaba estar en silencio, se aburría si tenía que mantenerse quieto en una biblioteca. Le gustaban los dulces. No era justo, nada lo era.
---Quiero que me llames Caspian a partir de ahora---gruñó Raccoon, todavía sin mirarle---. Que todos lo hagan. No quiero volver a escuchar mi antiguo nombre nunca más. Esa vida... Ha quedado atrás para mí, y no quiero volver---Un reguero de lágrimas comenzaron a bajar por sus ojos---. N-no voy... a v-volver.
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Juego de Héroes: Máscaras Negras [COMPLETA]
FantasyTras los muros de una oscura prisión, tres jóvenes tratan de luchar contra el destino para el que son entrenados: Destruir el mismo mundo que les entregó sus habilidades. Para ello, tendrán que forjar peligrosas alianzas, arriesgándose a sufrir trai...