Capítulo 29: Los traidores también necesitan sándwiches

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La oscuridad empañaba todos y cada uno de sus sentidos, casi siempre agudizados. Zack parpadeó, algo molesto y dolorido. El golpe en la cabeza había sido duro, todas sus células y venas protestaban y gritaban del más puro dolor. Por primera vez en su vida, el joven se alegró de que su único poder fuera ver en la oscuridad, o, como otros le llamaban, "visión nocturna". Podía verlo todo. Y no le gustaba lo que veía.

Estaba atado, amarrado a una... ¿Viga de metal? ¿Columna? No estaba del todo seguro. Le dolía absolutamente todo, cada vena de su cuerpo, cada hueso, cada músculo. La cabeza... Oh, ese horrible dolor de cabeza. Se sentía como si le clavaran alambres hirviendo en la piel, quemándolo, destrozándolo por dentro, derritiendo y ahogando sus sentidos. ¿Dónde estaba? Lo último que recordaba...

«Agh... Mi cabeza... No puedo...»

Concentrándose, Zack trató de recordar. Recordaba haber salido del edificio, su traje puesto, máscara y capa. Éso sí podía saberlo. Pero luego... ¿Qué había pasado luego?

«Tienes que recordar.» se dijo Zack a sí mismo. «Tengo que recordar.»

El callejón. Había seguido a un ladrón de una tienda hasta un callejón oscuro. Y luego... Sombras. Personas. Había más personas allí. Guardias de la Legión, a juzgar por la sala donde se encontraba encerrado. Era una trampa. Una maldita trampa. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? No debería haberse metido ahí, no debería haberlo hecho. ¿Y dónde estaba ahora? Encerrado, derrotado.

El suelo estaba duro bajo sus pies, era de piedra, mezclada quizás con mármol. Estaba frío. Frío cómo el hielo. Helado. Las paredes, hechas del mismo material. En una de las paredes había apoyada una silla plegable. Todo estaba oscuro, todo era roca negra. ¿Dónde estaba? No estaba muerto. No lo estaba. Respiraba, su corazón latía. Quizás más rápido de lo que debería, pero latía. La adrenalina y el miedo corría por sus venas. Seguía vivo. Pero estaba atrapado.

Su primer impulso fue rendirse, dejar de luchar. ¿Para qué hacerlo? Era imposible escapar de la Legión. Pero, ¿estaba realmente allí? Su comunicador así lo indicaba. Y todo el mundo sabía que era imposible escapar de ellos. Imposible. Éso era lo que decían todos. Pero ellos lo habían hecho, ¿no? Habían salido de allí, su misión (tan lejana, que parecía haber pasado hacía años) había tenido éxito. Incluso se rumoreaba que el Clan del Eco y el Clan de las Almas habían rescatado a varios mejorados más, muchos más que ellos. Habían mermado las filas de sus soldados, eran vulnerables. Pero había sido el Clan del Susurro el que había dado el primer paso, el que había encendido la imparable mecha de la revolución.

No iba a rendirse. No lo iba a hacer. Seguiría luchando, hasta su último aliento, hasta que los mismos guerreros de la Legión implorasen clemencia. La sangre le hirvió al pensarlo. La Legión. Ellos habían sido los que habían atrapado a Zoe, ellos se la habían llevado. Habían convertido a su hermanita en un bulto miedoso y asustado. Sin su propia intervención, ella aún estaría allí, sufriendo en la oscuridad, evitando el gran destino que su familia le había preparado. No. No podía permitirlo.

Aún atado a la columna, Zack empezó a temblar. Temblar de rabia. Hacía mucho que no se sentía tan derrotado, tan golpeado. Su hermana... ¿Qué habían hecho con ella? Las correas a las que estaban amarradas sus manos se presionaban contra sus muñecas. Sangre. Dolía. Estaba cansado. Algo le habían hecho. Esos monstruos... Tan cansado... No, no podía permitirlo. No. Iba. A. Permitirlo.

---¡Oye, vosotros, ratas cobardes!---gritó el chico, sus ojos castaños brillando de rabia---. ¿Dónde estáis ahora? ¿Escondiéndoos en vuestros agujeros, como gatos famélicos?---Zack soltó una carcajada casi histérica---. ¿Qué os pasa? ¿¡Acaso tenéis miedo de enfrentaros a un simple rebelde, a un auténtico héroe de Alen!?

Juego de Héroes: Máscaras Negras [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora