O28. Harry |7 minutos|

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Ya llevaba dos horas en una estúpida fiesta, a la cual mis amigos me habían convencido de ir, abandonándome minutos después de llegar a la misma. No los culpaba, ya que no era la persona más divertida del planeta, pero no apreciaba que desaparecieran así de la nada. Lo quise tomar como una señal del destino, de que iba a ser de mala suerte que me quedara, pero luego su rostro aparecía en mi mente, borrando cualquier rastro de duda que quedara en mi sistema.

Llevaba enamorada de Luke Holbrook desde que tenía memoria. Sus ojos hipnotizantes, los cuales siempre me miraban con diversión, eran una parte esencial en mi vida. No pasaba día en el que su armoniosa voz no se infiltrara en mi cerebro, haciendo imposible de olvidarlo. Siempre pensé que nunca iba a tener una oportunidad, debido a que estaba de novio y además no me consideraba como algo más que una amiga, pero hace unas semanas algo cambió. Él y su novia terminaron, lo que fue el mayor shock de todo el colegio por tres días seguidos.

Supe que mi oportunidad se estaba presentado cuando él me invitó a una salida, de amigos, pero en la que terminamos compartiendo un hermoso beso. Sus suaves labios se sintieron tan cómodos unidos a los míos, que me pareció raro el hecho de que me ignorara al día siguiente, así como al otro y al otro. Hasta que llegué a este punto, en el que me encuentro en una casa llena de adolescentes borrachos, todavía sin toparme con Luke. Había comenzado a desesperarme, pero luego lo vi. Estaba junto a un montón de personas más, formando un raro círculo.

Me acerqué un poco vacilante, no estando segura de si sería recibida o no.

— ¿Juegas? —me preguntó una de las chicas, con una amistosa sonrisa en su cara. La supe reconocer, era Allie Pressman, una de las populares y amiga de Luke.

— ¿A qué están jugando?

— Ya lo verás —me tomó de la mano y me sentó a su lado, quedando frente a Luke, quien me dio una sonrisa torcida, guiñando un ojo.

Allie llamó la atención de todos en el círculo, explicando las reglas de lo que sería 7 minutos en el cielo. Mis ojos se abrieron a más no poder al entender el juego. Girarían la botella y, a quienes señalara, deberían encerrarse en un armario por 7 minutos, en los que harían lo que quisieran. Tenía todas las posibilidades a mi favor, ya que Luke se encontraba bien en frente mío, haciendo casi imposible que, si la botella me terminaba por apuntar a mí, no fuera él quien se encontrara del otro extremo de la misma.

— ¡Y recuerden respetar los 7 minutos! —exclamó Clark, el cual estaba sentado a mi lado— No sean tramposos, porque no se puede salir antes.

— Y después tampoco —aclaró Allie, mientras giraba la botella.

Observé un poco nerviosa cómo la botella de cerveza vacía giraba sobre la oscura alfombra en la sala. Mis labios ya estaban a punto de sangrar de tanto mordisquearlos. No pude quitar mis ojos de la botella en ningún momento, mucho menos cuando esta se detuvo apuntándome. Tuve miedo de mirar, pero algo dentro mío me decía que debía hacerlo, que era una señal del destino que no podía ignorar.

— No puede ser —se quejó Harry, tirando la cabeza hacia atrás, llevando sus manos a su cara.

La botella había parado en Harry Bingham, un chico que no era más idiota porque no le daba el tiempo. Me puse pálida cuando todas las miradas se posaron en mí, sobretodo la de Luke. Aquellos bellos ojos se habían oscurecido, al mismo tiempo que su mandíbula se tensaba. Podría apostar que estaba celoso, pero eso simplemente sería una pérdida de tiempo y dinero. Luke nunca estaría celoso de mí.

Harry se levantó, haciéndome una seña para que lo siguiera. Allie fue detrás de nosotros, para asegurarse de cerrar la puerta y de que no nos escapáramos.

The Society |One Shots|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora