O2O. Campbell |El nuevo|

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La cálida mañana del verano podía llegar a ser un poco insoportable, más si me tenía que levantar a las 6:00 para ir a un trabajo que odio con toda mi alma. Me puse mis zapatillas, un poco dormida todavía, con total pereza. Necesitaba el trabajo para poder costear la renta y seguir estudiando en la facultad, pero eso no significaba que me debía de gustar. El jefe era insufrible, de mis compañeros me llevaba bien con solamente dos y la gente que atendía eran todos niños. A veces también adultos aferrados a una niñez que no quieren abandonar o también muchos chicos de mi edad que iban para poder ligar tanto conmigo o con Elle, pero nunca tenían suerte.

— Llegas tarde. De nuevo —habló Harry, en cuanto me vio atravesar las grandes puertas del Arcade. Era el último que quedaba en el pueblo, ya que los 80s habían pasado hace unos cuantos años. El dueño era uno de esos adultos aferrados a su niñez, por lo que el lugar lucía tal cual uno de cuando él era chico. Al menos eso nos había dicho Jason, pero yo no confiaba mucho en su palabra. A veces podía decir muchas estupideces.

— No jodas, Harry —rodé los ojos y dejé mi mochila sobre el mostrador, donde el chico de pelo oscuro me miraba con una ceja alzada.

— Trata de no llegar tarde muy seguido. Ya sabes que es un grano en el culo tener que cubrirte.

— Nunca te pedí que lo hicieras —el disgusto se hizo presente en mi voz, mientras que rodeaba el mostrador para ir hacia la parte de atrás del local, con la intención de dejar mis pertenencias y ponerme a trabajar.

— Yo todavía me preocupo por ti —se justificó—. Aunque tú no lo hagas.

— Dios. Harry, ya supérala —comentó Jason, harto de escuchar al muchacho.

Yo reí, mientras saludaba al chico con un beso en la mejilla. Harry y yo habíamos salido por unos meses, pero me di cuenta que no estaba enamorada de él y que posiblemente nunca lo llegaría a estar, por lo que decidí terminar todo antes de que saliera lastimado. Obviamente, a él no le gustó eso, por más que se lo explicara mil veces. Al final opté por decirle que lo había engañado, ya que era más fácil que me creyera así. Y tuve razón.

La relación había sido linda, dulce y muy rápida. Harry no quería tomar las cosas lento, cosa que no me agradó mucho, pero él me gustaba y tampoco era un problema para mí que lo quisiera hacer oficial al mes de apenas comenzar a salir. Me arrepentía totalmente de eso.

— ¡Buen día! —gritó Elle, llamando la atención de todos los presentes, siendo esos Jason, Harry, Grizz (quien estaba intentando arreglar una de las máquinas) y yo.

— Buen día —la saludó Harry.

— ¿Y a ella no le dices nada? —me quejé. Él se encogió de hombros y me sonrió. Maldito. Yo bufé y fui hasta donde estaba Grizz, saludándolo e intentando ayudarlo.

Grizz soltó un resoplido por la frustración de no entender la máquina, tirando todas las herramientas al piso. Supuestamente teníamos una chica que venía a arreglar las máquinas, pero esta semana estaba de licencia y el jefe no se molestó en encontrarnos a alguien más, confiando que no se rompería ninguna máquina en su ausencia. Pobre tonto.

— ¿Y si llamamos a alguien nosotros mismos? —sugerí, sentándome sobre la mesa de tejo que estaba a un lado.

— No podemos —respondió Grizz, llevando sus manos a su pelo y tirando de él—. En una hora abrimos y necesitamos que funcione. Es una de las máquinas que más se usan.

The Society |One Shots|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora