8. ¿Por qué?

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Llevaba 8 meses saliendo con esos chicos, increíble.

Hoy era de esos días donde vas a la escuela porque te obligan, generalmente me gustaba ir, muy aparte de que me gustaba estar con mis amigos no me gustaba quedarme en mi casa.

Caminaba en dirección a la escuela, era temprano, faltaban 15 minutos para entrar a la escuela por lo cual no me apuré.

Cargaba mi mochila en mi hombro, vestía un pantalón suelto y una blusa celeste con rayas azules algo ancha, entonces, ¿Por qué esos hombres comenzaron a silbarme? ¿Por qué me veían así? ¿Por qué estaban llamándome?, acelere mi paso aguantando las ganas de llorar que tenía. ¿Han sentido la frustración de no haber hecho o dicho algo? Quise gritarles, maldecirlos, decirles idiotas o lo que fuera para que dejaran de mirarme así, pero las palabras no salieron y el miedo me consumió. Ridícula.

Llegué a la escuela llorando. Varias personas me miraron, pero no dijeron nada.

Me sentía observada, sabía que a los demás mi presencia les importaba una mierda, pero sentía que me miraban para luego juzgarme, decirme las cosas que hice mal y recalcarme que no era nadie. Entré al salón y me senté en el primer banco que vi, cerrando mis ojos y apoyando mis manos sobre mis ojos.

—¿Estas b-bien? — absolutamente Bill, solo acaban de violarme con la mirada, estoy totalmente bien y feliz. Suspiré. Cálmate Scarlett, él no tiene la culpa.

Asentí lentamente — no dormí bien, es todo — sonreí, o eso traté. Me miró muy poco convencido, pero de igual manera afirmó.

—P-puedes decirme cualq-quier cosa, somos amigos

—Gracias Billy — me burle un poco, hizo lo mismo para luego irse.

Ese día fue de los peores que pude haber tenido. No hablé, ni bromee, no me burle de Eddie ni de Richie. Estaba cohibida por el suceso de la mañana, podía ser una exagerada, pero no era la primera vez que pasaba, solo que esta vez...no fueron chicos, fueron unos malditos degenerados y me daba asco yo misma. Sí, sé que era lo mismo, era acoso después de todo, pero saber que podía haberme pasado algo en un lugar donde nadie veía, me erizo la piel.

Quise llorar y los chicos lo notaron. Bajé la mirada a mi almuerzo el cual ni siquiera había tocado. Se miraron entre todos, pero fue Beverly la que se acercó.

—¿Qué pasa Scar? —negué con la cabeza, si hablaba sabía que mi voz iba a salir quebrada. Buscó mi mirada, no sé si vio el miedo, la angustia o la desesperación pero me abrazó, lo peor que pudo haber hecho. La abracé más fuerte, rompiendo en llanto. Acaricio mi cabeza  —No pasa nada, vamos — me separé de ella y bajé la cabeza comenzando a caminar alejándonos de los chicos.

Cuando llegamos al patio trasero (donde no había casi nadie, todos estaban en la cafetería) nos sentamos en una banca de madera. Beverly dijo que podía confiar en ella, lo hacía, pero simplemente cada vez que quería hablar el nudo en mi garganta aparecía. La pelirroja me esperó hasta que pudiera hablar, aun así el timbre que daba por terminado el receso hubiera sonado no me presionó y se lo agradecí. Me tomé mi tiempo para contarle como me sentía, el miedo que sentí al pasar frente a esos hombres, el cómo había estado aguantando las ganas de llorar, y déjenme decirles que Beverly Marsh fue mi mejor compañía.

—No deberías sentirte así, es decir, tú no tienes la culpa, los hombres son unos idiotas que no piensan. — Me miró tomando mis manos en señal de apoyo — ¿Sabes? Entiendo la sensación de culpa que tienes perfectamente. No dejes que esas miradas te hagan débil, es tu cuerpo y deberías quererlo. Te quiero y no me gusta que te sientas así — vi sus ojos llorosos y por alguna razón pude percibir la angustia que cargaba.

𝐒𝐂𝐀𝐑 - 𝐑𝐈𝐂𝐇𝐈𝐄 𝐓𝐎𝐙𝐈𝐄𝐑 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora