¡SEGUNDA PARTE DE STAY WITH ME!
"Tenemos que estar juntos"
"¿Porque sé que eres Spiderman?" Preguntó sarcástica.
Peter la miró de vuelta, herido. Eso sólo hizo que Leyla se molestara aún más. Él no era el que tenía que estar ofendido en este momento...
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Miré mi celular. Las mismas llamadas perdidas y mensajes no leídos de Peter seguían intactos. En este punto no sabía que era mejor, que siguiera intentando que yo contestara o que no tuviera los pantalones para buscarme (Aunque sinceramente no sé si eso era lo que yo quería).
Luego de aquel día de verlo con MJ, tuve cierto momento en que todo pareció demasiado. Tampoco supe que Silver Sable estaba buscándome hasta que me encontró en el centro del parque a mitad de la madrugada. Debo admitir que al principio pareció algo incómoda al escucharme hablar de mi relación deshecha, pero le daré algo de crédito porque en verdad lo estaba intentando y lo agradecía. Me dejó hablar y lloriquear sin intervenir mucho hasta que fue momento de decirme que Peter se había comportado como una basura, que justo ahora podía odiarlo o no pero tenía otros asuntos en puerta, entre esos el nuevo villano y mis poderes. "La realidad es que no eres la misma que conoció a Peter hace tiempo, eso incluye tus nuevas habilidades, no las pediste ni nada lo sé pero están ahí y debes hacer algo al respecto."
Tenía razón. Con el corazón roto o no las consecuencias de mis acciones en el enfrentamiento contra los seis siniestros tenían sus resultados y aunque me asustaran tenía que asumirlo. Silver me había estado ayudando a controlarlo, eso es cierto pero estos días me dieron el tiempo suficiente para pensar, ¿Cómo intentamos controlar o deshacernos de algo que no entendemos? Y toda esa curiosidad me llevó a desarrollar toda la historia en la pared de la habitación. Ella dijo que si la necesitaba que no dudara en llamarla pero francamente pienso que Peter necesita más ayuda que yo, después de todo su villano sigue suelto. Así que yo me he concentrado en hacer una cronología de todo lo que me ha pasado.
Cerré la puerta y me quité el suéter, eran las nueve de la noche y como no tuve ganas de cocinar y quería café me permití salir un rato. Dejando las llaves y la comida en la mesa me dirigí con el vaso de café en mano hacía enfrente de la pared. Suspiré mirando toda la información una vez más. Eso hasta que algo pareció ir mal y no me refiero a mí o a lo que estaba analizando, era en el lugar. Por el rabillo del ojo vi como la puerta del armario se movía levemente, casi imperceptible. Mi estómago dio un vuelco al recordar las innumerables pesadillas mías que comenzaban así, armándome de valor me acerqué.
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