Vigesimotercera Letra

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. . . "W" de Weasley . . . 

Lucius prefería mantener una relación cordial con Arthur Weasley, tanto como compañeros de trabajo como por antiguos miembros de la Orden del Fenix durante la guerra. En lo personal, el sujeto no le era del todo agradable. Demasiado gryffindor para su gusto, y su extraña obsesión por todo lo que tuviese que ver con lo muggle le era completamente irritante. 

En especial porque su esposo (su hermoso y tierno Remus) tenia ascendencia muggle así que, y por lo visto, ese desgraciado duende pelirrojo tenia la costumbre de llevarse a su amorcito (secuestrarlo, apartarlo de su lado) para que este le contase sobre su crianza en el Mundo Muggle, incluyendo el trabajo de su madre y los hábitos y costumbres de esta. Muy metiche el sujeto.

En fin. Por lo visto esa repulsión solo la sentía él, porque desde hace un tiempo se había vuelto una costumbre ir a la Madriguera los domingos a almorzar y más de una vez escucho a Molly Weasley y a Remus haciendo planes para una cena navideña en la Mansión.

Que Merlín ampare a Lucius si el torbellino rojo que era esa familia llegase a su hogar.

Y ni hablemos de su hijo. El traidor (pero tierno, adorable y hermoso) de su hijo. Por lo visto su Pequeño Dragón había salido idéntico a su papá y no tenia ningún problema en juntarse con los mocosos pelirrojos. Se reía de las travesuras de los gemelos, hablaba emocionado con el de su edad sobre quidditch y escuchaba atento las historias de los mayores sobre Hogwarts y sus misteriosos secretos (exagerados cómicamente para que sean del gusto de su público infantil).

Y todo aquello no hacia más que poner ansioso a Lucius, porque su pequeñito estaba creciendo y algún día abandonaría su hogar para irse todo un año a Hogwarts e iba a hacer amigos, y lo iba a dejar solo y...y... Su bebe dragón no se olvidaría de escribirle ¿verdad? ¡¿VERDAD?!

De cualquier manera, y de una forma bastante peculiar, estar en la Madriguera era relajante hasta cierto punto. Estar rodeado de sangre puras que destruyeron los prejuicios que se habían afianzado durante generaciones era hasta cierto punto un respiro para su agitada vida, donde todos parecían juzgar a su familia y él no se sentía siempre con las fuerzas suficientes para hacerle frente a los dedos acusadores y a las miradas de burla o asco. Había perdido a muchas amistades (nadie a quien lamentar, realmente) por el simple hecho de enlazar su vida con la de Remus, y sumado a la guerra, podría decirse que Cissy y Sev eran el único contacto que tenia con aquel pasado más simple y menos cruel. Además se había encariñado un poco con las mini comadrejas, a pesar de ser un dolor de cabeza, los bicharracos tenían su encanto.

Aunque claro, su Draco era mil veces más bonito.

Quizás también por eso sentía un sabor amargo en la boca cada vez que iba al hogar Weasley. Porque, algunas veces, al estar allí en ese ambiente tan cálido, rodeado de cariño y de paredes con dibujos de crayolas, con sillitas altas, platos pequeños, juguetes tirados y a Remus riendo mientras los niños gritaban "upa", le hacia pensar también en otros niños. Pero no niño pelirrojos. Sino niños castaños o rubios, con nombres de sus antepasados o de estrellas, y ojos dorados o plateados. 

Seria tan hermoso. Tan perfecto.

Quizás. Tal vez. Algún día eso pudiese darse.

Abecedario Simbólico Parte I (Lucius x Remus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora