GRITOS AHOGADOS

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Gritos ahogados, un dolor interno, una sonrisa en el rostro, todo está bien, eso crees, eso te hago creer...

¿Qué se hace con la decepción? Cuando pensabas que jamás te fallaría, cuando dabas por sentado que tu corazón estaba seguro en sus manos, porque ciertamente le diste tu corazón a quien creíste que jamás te fallaría.

Qué fácil es decirte adiós, pero cuan complicado es hacerme la fuerte para no desplomarme mientras te despides mirando desde lejos... No se detiene, no voltea a mirar, no le importa, no quiere regresar y tampoco lo detengo, sabes que es lo mejor que todo ha llegado a su fin y que debes aceptarlo.

¡Joder! no quiero que te vayas, pero ya te has ido sin decir ni una palabra, sin despedirte al menos, sin dar una explicación razonable y es que tampoco quiero escuchar, si escucho me dolerá mucho más de lo que me duele ahora y no quiero.

¿Cómo aliviar este tipo de dolor? No te he llorado lo suficiente, porque no quiero hacerlo, no puedo llorar y por eso no puedo despedirme, no te supero, no te detengo, pero te dejo ir, sé que es lo correcto para mi noble corazón y quizás necesite no verte más en fotos, ya no más.

Estoy siendo un poco dramática tal vez, pero me siento vacía, hay un espacio enorme que ha quedado y no sé qué hacer para que deje de doler, no quiero escribir más sobre esto, pero necesito hacerlo.

Nunca se está preparado para soltar lo que se quiere, pero sé qué debo hacerlo, así que te dejo en libertad, vuela querida ave, vuela alto, despliega tus alas, siente la brisa, los rayos del sol, la frescura de la noche, las gotas de rocío, el despliegue de sentimientos flotando por los vientos.

Busca tu nuevo rumbo querida ave, no me perteneces, yo he aprendido a querer en libertad y mereces encontrar tu hogar lejos de mí, de mis palabras, de mi compañía y mi voz.

Esta es mi carta de despedida, quizás no te vuelva a encontrar, como cuando solíamos saber el uno del otro, ya no preguntare por tí, ya no buscaré excusas para hablarte, ya no esperaré que vuelvas, porque desde hace mucho que te has ido y yo no lo quería aceptar, pero debo hacerlo, porque ya tú no estás.

Le hablo a la nada, miro a la pared e imagino que respondes a mis llamados, pero es solo mi imaginación, son gritos ahogados que salen de mi pecho queriendo escapar, los retengo para no aturdir a los presentes, pero ya no puedo más, quiero gritar.

Te soy sincera, esto es más difícil de lo que pensé, me supera, me queda grande querida ave, pero soy mucho más fuerte así que adiós, fue un todo un honor.

SI DE AMOR HABLAMOS...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora