DULCE TORMENTO

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"Tienes que dejar que se vaya" me repetía una y otra vez mientras besaba cada parte de aquel cuerpo que no era el suyo

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"Tienes que dejar que se vaya" me repetía una y otra vez mientras besaba cada parte de aquel cuerpo que no era el suyo....

"No tendrás un futuro a su lado" pensaba mientras mis lágrimas salían y mis besos excitaban aquel cuerpo inofensivo ante todo sentimiento de dolor que yo estaba dejando salir.

"Ya basta! no te ama ni te amará jamás" mis manos apretaban fuertemente aquellas piernas desnudas, mientras mi lengua se paseaba por su abdomen, impotencia, quizás, pero mi alma buscaba liberación, una salida inmediata que claramente identifiqué frente a mí.

Eran alrededor de las once de la noche, la habitación estaba oscura, reinaba el silencio cuando le hice el amor a aquella alma que me amaba intensamente y a la cual mi desamor no me permitía corresponder de la misma manera. La suavidad de su piel contra mi sutíl tacto me llenó de culpabilidad, ese cuerpo bajo mis hechizos de sensualidad no era quien reinaba en mis pensamientos, no era aquel cuerpo de piel morena lo que yo anhelaba, no eran esos labios los que mi boca deseaba besar, mis labios necesitaban aquella boca de labios suaves y exquisitos al que mi paladar era adicto.

La oscuridad en la habitación fué idónea para ocultar el macabro plan de serle hipócrita a quien me amaba y se entregaba a mí con dicha, la misma oscuridad que me ayudó a ocultar las lágrimas que poco a poco inundaban mi rostro, esa oscuridad que ocultó mis ojos llenos de dolor y sufrimiento, una vista perdida en la nada de aquella sonrisa clavada en mis recuerdos, aquel primer beso que me devolvió las ganas de amar, aquellos abrazos que tanta veces me llenaron de esperanzas, aquel último beso que me dijo que no todo estaba perdido y que podía luchar, pero ¿Luchar para qué? si su mirada no me corresponde, si sus besos solo saben a deseo a flor de piel, si en su mirada no hay amor, si sus palabras no dicen nada más que "Sigue adelante sin mí" ¿Para qué seguir dentro de una batalla que nunca empezó? si nunca tuve un motivo diferente por el qué luchar, la batalla siempre estuvo perdida porque antes de empezar ya había terminado.

Mis labios invadieron aquel cuerpo desnudo, mis ganas de que fuese esa persona de mis recuerdos llenaron de placer a la persona que realmente me amaba y es que a fin de cuentas hay que estar con quién nos ama, pero ¿Cómo se logra amar a quién nos ama? no es que lo haya intentado antes, pues nadie me había amado jamás, pero me encantaría poder amar tan intensamente a quien me ama.

Un beso en sus labios y en mis pensamientos estaban latentes aquellos besos que me robaron el aliento, un beso en su cuello y solo recordaba la sensación de sus labios sobre mi cuello, un beso en su pecho y solo imaginaba que estaba ahí, que era su pecho a quien mis labios besaban con tanto dolor, un beso en su abdomen y mis ansias de romper en llanto me quitaban la respiración, primer beso en su sexo ardiente y mi mundo se derrumbó por completo. Sí, lo hice hasta lograr que estallara en el orgasmo más placentero que jamás le provoqué a alguien. Mis lágrimas, mis besos, sus fluidos, su olor a sexo estaban ahí, mezclados en un momento en el que yo solo deseaba poseer un cuerpo que no me correspondía, ahí estaba, tratando de alivianar mi dolor, con impotencia, ejerciendo fuerza por todo su cuerpo, le hice el amor con el dolor más profundo que jamás sentí.

Sentir su cuerpo retorcerse bajo mi dominio fué una manera de satisfacer mi dolor, su voz entonando constantemente "Te amo" en medio de gemidos y respiración entrecortada... Fué mi culpa, fué mi dolor lo que provocó todo eso, no fuí yo, no fué mi libre albedrío, fué aquella conversación justo antes de que esa alma enamorada cruzara la puerta de aquella habitación oscura, solo la luz de la luna iluminaba a través de las ventanas, solo nuestras siluetas se dejaban ver, no se reflejaba la tristeza en mi rostro lleno de lágrimas y solo deseaba que la amargura de mi sufrimiento no haya tocado su ser.

Su orgasmo llamó a mi calma, apagar esa sensación de dominio a través de sus miles de sensaciones notables y mediante sus excitantes movimientos yo estaba entregándome a un cuerpo que no era el suyo, entregándome a unas manos suaves que no eran aquellas que tomaron las mías alguna vez, unos besos en cada parte de mi cuerpo que no solo me hacían sentir más miserable sino además más débil, necesitaba expulsar ese dolor, necesitaba encontrar la liberación de ese monstruo llamado "Desamor" me entregué a un orgasmo que gritaba su nombre y lamentaba su ausencia. No fueron aquellos movimientos los que provocaron mi orgasmo, fué el dolor de tener que soltar a alguien que jamás me perteneció, la impotencia reclamante de una renuncia saludable para mi salud y enfermiza para mi alma.

Eran dos cuerpos, dos almas, cada una en una sintonía diferente, solo era yo intentando hacerle sentir a alguien más el gran amor que siento por tí y que tu nunca sentirás por mí.

SI DE AMOR HABLAMOS...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora