Capítulo 8, parte 2.

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Jueves, 2 de abril del 2020.

Él.

Voy a su lado cuando Alex se distrae hablando con Sofía sobre los lobos.

—Solo hay oscuridad —digo.

—Que no pueda ver en ella no significa que esté vacía —responde Bella.

—Bella, ¿Quieres? —le pregunta Mía.

—No, gracias, no tomo alcohol.

— Solo un trago, plis. Caminamos a una fiesta universitaria, no vas a encontrar agua. —Mía insiste.

—Mia no conoce que al abrir una canilla sale agua —me burlo.

—¿Quién hace eso? Vamos, Bel, un traguito. —Sigue Mía

—Bien. —Bella cede.

—No tienes que hacerlo si no quieres —le dice Alex.

—No creo que se detenga.

—No —le responde Mía.

Mia es quien pone la botella en su boca, Bella dura pocos segundos y se hecha hacia atras dejando caer la bebida.

—Suficiente —dice Bella con asco y tapa su boca.

—Todo al principio cuesta, debes acostumbrarte —le dice Mía.

—Es cerveza, Bella —añado.

—Sin ofender sabe mal —suelta con desagrado.

—Si ofende —respondo.

—Heriste a Dylan en donde le duele —tira Alex.

—¿Pese a mal gusto que deja en tú boca? —me pregunta Bella.

—Sobre todo —respondo.

—Dejame probar. —Mía la besa sin aviso—. Sabes bien.

La invito a formarse en la fila, señorita. Si fuera porque me calienta, estaría molesto.

—¿Gracias? No me gustan las chicas —le dice Bella sin entender nada.

—Aun —le dice Mía.

Bella ignora su comentario y mantiene con su vista al bosque, yo controlo que no vuelva a escuchar algo fuera de lo normal y simplemente corra bosque adentro.

—¿A el colegio le es indiferente que la universidad tenga el volumen alto? —pregunta Bella.

—¿A qué te refieres? No se escucha desde el colegio —responde Sofía.

—Lo dice porque la casa de los profesores quedan en el campus y ellos deben despertarse temprano. —Aprovecho el momento y la abrazó por la espalda—. ¿Verdad? —le susurro y asiento.

—Ah. —Sofía no suena convencida.

—Les molesta, pero no pueden hacer nada. —Alex me sigue el juego.

—Hay que tener cuidado de no ser vistos. —tira Mía ignorando el verdadero tema.

Le pido a Alex con la mirada que se adelante con las chicas para hablar con Bella.

—¿Tampoco vas a decirme porque ellas no escuchan la música y yo si? Hasta hace un momento no era de mi conocimiento donde se alojaban los profesores —me reclama.

Busco los tapones en el bolsillo de mi chaqueta y se los pongo.

—Vas a necesitarlos.

Pone sus manos sobre las mías.

Entre tu tierra y mi cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora