Capítulo 13, parte 1.

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Ella.

El joven hombre lobo no demora en hacerse presente en el costado del colegio. Una sonrisa pícara se dibujó en su rostro. Me pregunto cuánto sabe acerca de mí y lo que estoy causando, tal vez le divierte mi inexperiencia. El remolino crece aquí fuera producto del espacio que se lo permite y la variedad de cosas que puede hacer parte suyo.

—Quiero hablar a solas —le pido al joven chico lobo.

—Pensé que lo tenías claro, princesita. Si quieres hablar sal —responde él.

Dylan termina por alcanzarme antes de que avance y me sujeta.

—Bella, él no tiene idea de quién eres. Escúchame —me informa Dylan y mira el cielo—. Tu puedes detener esto.

Niego con la cabeza y lloro, empeorando la tormenta.

—No es el momento adecuado para perder tu positividad —me dice Dylan.

—No sé cómo controlarlo y tal vez me calme cuando sepa las respuestas —sugiero.

—Vamos a encontrarlas. Te prometo que juntos vamos a averiguar quienes somos, ¿Me crees? —En sus ojos y voz solo encuentro honestidad, de todos modos no creo que podamos. No hay tiempo. Me voy en unos días y posiblemente no volvamos a vernos, incluso puede que lo olvide una vez más—. Bella... —Dylan arrastra mi nombre.

La tormenta crece. No quiero irme cuando ni siquiera sé lo que implica hacerlo. La incertidumbre me carcome, estoy envuelta de ella y me aprieta y dirige a un final en contra de mi voluntad. Lo sé, intercambie mi vida, aun así es difícil aceptarlo.

—No hay tiempo para nosotros. —Retrocedo.

—Ven —susurra el chico lobo.

—No. —Giro hacia el chico—. No voy a formar parte de tu venganza porque solo creo en la justicia. Si me quieres vas a tener que venir por mi y ambos sabemos que no puedes —le digo.

—El bosque es mi hogar, en algún momento tendrán que salir —me advierte.

—Espero que se hayan ido antes de que vengan mis hermanos. Ellos piensan diferente y han demostrado ser firmes cuando se trata de protegerme.

El joven hombre lobo traga saliva.

Le pido a Dylan que se aleje y me voy sola al otro extremo del campus, en donde están los gimnasios, espero no causar graves daños aquí. Siendo observada por los hombres y mujeres lobo me siento en la mitad del camino y escondo la cabeza entre las piernas. Me fuerzo a dejar de pensar en todo lo incongruente en mí vida para calmarme y no provocar cambios a mi alrededor que puedan dañar a los demás, en especial a Daisy o los padres de Dylan. No olvido que gracias a mi estan sordos. No quiero ser una amenaza para quien me rodea incluso el medio ambiente. No quiero decirme a mí misma que quizá lo mejor sea que me vaya, porque no es así. Si tuviera tiempo me gustaría conocerme y descifrar cómo controlar las maravillas que puedo hacer. Porque eso son, maravillas, si las uso adecuadamente y para el bien.

—Otra vez.. —dice Lion desganado.

Levanto la vista, Lion está parado frente a mí con la cabeza girada hacia Dylan.

—Tú —dice el joven hombre lobo de cabello por los hombros y le pega a la reja.

—¿Acaso crees que luego de molestar a mi hermana puedes dirigirme la palabra si que te arranca el corazón y me lo coma? —Camina rápido hacia el joven hombre lobo—. Al menos vas a ser una buena alfombra.

—No. —Me pongo de pie y corro hacia mi hermano. Los rayos caen cerca por cada paso—. Por favor, Lion, no.

—¿La lastimo? —me pregunta.

Entre tu tierra y mi cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora