El día de hoy mi hermana y yo empezaríamos el instituto... genial.
Aún no estoy prepara para volver a la rutina de entregar trabajos, hacer tareas, exámenes y procurar jamás llegar tarde.
―¿Qué casillero tienes?- preguntó Jane.
Ambas nos encontrábamos en el pasillo principal del instituto, con nuestros horarios y números de casillero en mano.
―El setecientos catorce. ¿Y tú?
El quinientos quince―bufó―. Estaremos algo alejadas hermanita.
―Mejor iré a mi taquilla, al parecer está algo lejos. Nos vemos en el receso.
Ambas nos abrazamos, y cada una tomo caminos separados.
Algunos de los estudiantes me chocaban con sus hombros al pasar, mientras que otros ni siquiera notaban mi presencia.
Llegue al que creo que es el casillero 714, introduje la clave pero este no se abrió. Volví a intentarlo, pero obtuve el mismo resultado. Comencé a forcejear para que se abriera pero no había caso. Mi primer día de clases y no pude abrir mi propio casillero.
―Disculpa, esa es mi taquilla.
Una chica de cabello negro al igual que el mío, corto y con mechones violetas fue lo primero que vi al voltearme.
―Eres la chica nueva, ¿No es cierto?
―¿Tanto se nota?
―Un poco―sonrió―¿Cuál es tu casillero?
―El setecientos catorce―. Volví a leer el papel para cerciorarme que estaba en lo correcto.
―Pues... el casillero setecientos catorce es este―dijo mostrándome la taquilla al lado de la suya.
Llevé mi cabeza hacia atrás ahogando un gruñido.
―Gracias―agradecí escuchandola reir. Ingresé la clave y en efecto, este era mi casillero.
Dejé mis libros dentro, mientras volvia a fijarme en el horario que asignatura tenía primero.
―Al menos me gustaría saber cuál es el nombre de la chica que intentaba abrir mi casillero.
Dí un pequeño repigno, y levanté la mirada con una expresión apenada.
―Me llamo Victoria... y siento eso.
―Tranquila, puede pasarle a cualquiera... o bueno, sé eso ahora. Soy Irma―. Extendió su mano, la cuál acepté. Su agarre era firme y decidido.―¿Qué clase tienes ahora?
―Matemáticas―contesté leyendo el horario.
―Yo igual―pasó por delante mío―. ¿Vamos?
(***)
Matemáticas fue, sin lugar a dudas, la clase más aburrida de la mañana. El profesor hablaba sin parar, y todos en el salón, incluyéndome, fingiamos prestarle atención.
La única en mantenerse concentrada fue Irma, ya que cualquier intento de hablarle de mi parte era ignorado olímpicamente por ella.
Casi grité de alegría al escuchar el timbre.
―¿Sabes dónde queda la cafetería?―pregunté mientras salíamos del salón―. Escuchar miles de cosas que no comprendo me abrió el apetito.
―Sígueme―rodó los ojos con una sonrisa. Doblamos en el pasillo y caminamos un par de metros, y de un momento a otro nos encontramos frente a una enorme sala abarrotada de estudiantes hambrientos y gritones.
La mayoría de los chicos reservaban mesa mientras sus amigos iban por la comida. Irma pareció leer mi pensamiento, ya que ella me ordenó, a pesar de mis reclamos, que fuera por una mesa a lo que ella iba a buscar nuestros almuerzos.
Cualquier mesa que mirara estaba ocupada, a excepción de una al final de la cafetería. Me apresure a sentarme en ella y ocuparla, y mientras me preguntaba que menú había de bueno y si es que me encontraría a Jane aquí, una charola golpeó con fuerza la mesa.
Sobresaltada y fuera de mis pensamientos miro al dueño de esa bandeja, y era un chico. Pero no cualquier chico, sino el mismo muchacho había visto en la cede del Clan del Pie.
―Será mejor que busques otra mesa, chica emo.
¿Porque todo el mundo me llama así solo por el simple hecho de tener flequillo abundante?
―No veo que tenga tu nombre.
―¡Ja!, que graciosa―rio―. Ahora en serio, vete de aquí.
―Oblígame―lo rete, cruzandome de brazos.
Nuestra escena había llamado la atención de varios chicos, pero ese hecho no dejó que me intimidara.
―No golpeo niñas.
―Yo tampoco―sonreí.
―Ya Kyle, busquémo otra mesa. Uno de sus amigos lo tomó del brazo dispuesto a llevarselo.
Kyle me dio una última mirada antes de marcharse con el peor humor de perros posible.
Una vez que se fueron y todos los curiosos volvieron a lo suyo, Irma y Jane fueron las primeras en acercarse rápidamente.
―¡Dios! parecía que iban a golpearse―. Ni siquiera el reproche en la voz de Irma hizo que mi alegria desapareciera.
―A pesar que no apruebo tu conducta de ponerte a la altura de un idiota... lo dejaste en ridículo―Jane y yo chocamos los puños.
―Jane, ella es Irma. Irma, ella es mi hermana Jane―. Ambas se dieron la mano, procedieron a sentarse y las tres disfrutamos de un agradable almuerzo juntas.
(***)
La noche finalmente había llegado, y bajo la luz de la luna, Jane y yo nos dirigiamos al punto de encuentro que Karai nos había dado.
Vimos a la kunoichi parads sobre una terraza, vigilando los alrededores.
―Aquí estamos, Karai―. Mi hermana llamó su atención.
Karai se volteó, sacándose una máscara metálica que cubría boca para así hablar mejor.
―Ya era hora. Les resumiré las cosas: mi padre tiene un pequeño problema con cuatro tortugas mutantes, y nuestro trabajo es exterminarlas.
―Asi que vinimos hasta aquí, a altas horas de la noche, ¿a pelear con tortugas mutantes?-
―Ayer vimos a un pez con piernas metálicas―. Le respondí a Jane―. Luego de eso, ya nada más puede sorprenderte.
Miré hacia los alrededores, encontrándome con calles y asceras desiertas.
―¿Dónde están esas tortugas exactamente?
Karai sonrió.
―Esa es la parte divertida: primero hay que encontrarlas.
Eso fue lo último que dijo antes de saltar de la terraza. Ambas nos acercamos a la prilla y la vimos alejarse en la distancia dando volteretas.
―Debí imaginarlo.
―Creo que deberíamos separarnos para vigilar mejor el área―acotó Jane como nuestro primer plan.
La vi alejarse un poco antes de tomar carrera, saltar fuera del edificio y alejarse entre los edificios perdiéndose entre la oscuridad,
―Sí...―contesté a la nada―. Que empiece el juego.
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La Elegida [TMNT] (Terminada)
FanfictionMe mude a New York con la esperanza de obtener algo mas que mi vida en Toronto. Jane, mi hermana, nos incluyo a ambas en el Clan del Pie. Nuestra unica misión era destruir a cuatro tortugas mutante, pero al ver esos ojos verdes todos mis planes se v...