Capítulo 21

72 11 0
                                    

Capítulo XXI

.

—¿La conoces? —me preguntó Caro en cuanto salimos de la tienda.

—Sí —respondí, encogiéndome de hombros y restando importancia al hecho—, alguien a quien conocí hace mucho.

Subimos al coche y nos alejamos. Hoy conducía Ernest, uno de los guardaespaldas que habíamos contratado, con los años los fan se habían calmado un poco o quizás era yo que había aprendido a convivir mejor con la persecución continua. Lo cierto es que me permitía más que antes salir por ahí a disfrutar de la vida en los diferentes sitios que visitaba.

—Me ha gustado mucho —dijo Caro, abriendo la bolsa que contenía la blusa que había escogido.

—Es bonita —le respondí.

No lograba prestarle toda la atención que se merecía, encontrarme con Juliette había sido como recibir un golpe que no esperaba.

Caro se inclinó muy cerca de mi oído.

—Me la pondré esta noche, sólo para ti —me susurró.

Le sonreí y apreté la mano que ella había puesto sobre mi pierna, buscando disimular el desconcierto que sentía.

—Me encantará verlo —acepté, notando en mis palabras más amabilidad que deseo. Caro removió sus labios sobre mi oído, yo cerré los ojos un momento y me retiré.

—Mañana saldré a Paris —le conté.

—Y ¿Recién me lo dices? —se quejó.

Lo cierto es que no solía darle demasiadas explicaciones, quizás por una cuestión de costumbre, entre su carrera en modelaje y mis compromisos con la banda, muchas veces sucedían cosas que no llegábamos a comunicarnos, porque simplemente no nos veíamos.

—No encontré un momento antes —me encogí de hombros.

—Procura encontrarlo —me sugirió soltando mi mano.

Me sentía responsable de su felicidad, había vuelto a Alemania y aunque ella era alemana por parte de madre, no tenía pensado venir a vivir a este país, si lo había hecho era por mí eso yo lo sabía bien. También era cierto que nunca había vuelto a abrir mi corazón a nadie, pero con Caro era lo más cerca que me había sentido del amor nuevamente.

—Intentaré compensarte —le dije, volviendo a tocar sus dedos con los míos, esta vez sobre su muslo. Me miró con sus expresivos ojos felinos.

—Tendrá que ser muy bueno —me advirtió y pude notar el tono juguetón en su voz, tras la máscara de elegancia.

—Muy bueno —le susurré. Suspiró ligeramente.

Era curioso, sabía muy bien que por hermosa que fuera Caro, mi propia belleza, que sólo había madurado con los años, la dejaba sin aliento. Había una perversa manipulación por mi parte en ello, ya que ese conocimiento lo utilizaba.

—Esta noche —me preguntó. Podía notar como sus labios pedían a gritos un beso.

—Esta noche —le confirmé antes de besarla.

.

Tres noches después, estaba desempacando en casa, cuando recibí una llamada de Tom.

—Hola —respondí— ¿Tan pronto me extrañas? —le pregunté divertido.

—Sí, no te imaginas cuánto —dijo usando su tono de burla habitual.

—¿Demasiado espacio? —le pregunté.

SagradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora