Capítulo 12

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Capítulo XII

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"Llénate de mí.
Ansíame, agótame, viérteme, sacrifícame.
Pídeme. Recógeme, contiéneme, ocúltame.
Quiero ser de alguien, quiero ser tuyo..."

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—Así no voy a poder hacerlo —le dije a Bill mientras intentaba una vez más besar el tatuaje de su estrella.

—Por favor Juliette —habló en medio de risas, enterrando sus uñas en mis hombros cuando volví a tocarlo con la boca—... me haces demasiadas cosquillas

Su voz sonaba extrañamente angustiada. Era curioso, ya que el volumen de su excitación era evidente bajo la ropa interior, pero Bill no era capaz de soportar el toque fino de mi boca y eso me provocaba a mí mucho más.

—Ven aquí... por favor —me pidió suplicando y sosteniéndose con ambos brazos sobre la cama para mirarme. Hice un gesto de decepción que a él le hizo reír, pero esta vez no era una risa angustiada, se estaba divirtiendo a mi costa.

—No te rías de mí —le exigí.

—Si te vieras la cara me entenderías —siguió riéndose.

Cerré los ojos, sabía que había despertado en mí esa parte vengativa que nunca lograba remitir del todo en mi personalidad. Me fui inclinando lentamente, sin dejar de mirarlo, mi pecho se rozó contra sus piernas y noté un pequeño espasmo en Bill, cuya sonrisa se iba apagando poco a poco, mientras la respiración se le cortaba anticipándose a lo que sucedería. Gimió profundamente cuando puse la lengua sobre el tatuaje de su estrella y cerró los ojos, echando la cabeza hacia atrás. Podía notar la tensión en su cuerpo y quería lograr que se relajara, eue se entregara.

—Juliette... —volvió a suspirar.

Continué acariciándolo con la lengua e intenté recordar lo que sentía yo misma en mis primeros encuentros íntimos; el temor, la inexperiencia, la ansiedad, quería ser algo hermoso que recordar, después de todo, nadie dijo que el amor eterno permanezca junto a nosotros siempre. Le arañé suavemente el vientre, hasta que mis dedos entraron por la cintura de su ropa interior tirando de ella hacia abajo.

—Oh mi Dios —lo escuché exclamar contenidamente.

El sonido de su voz se quedó plasmado en mi memoria, quería atrapar cada expresión de Bill, cada movimiento, cada sonido, cada beso; así se quedaría para siempre en mí. Recorrí su sexo con la mano abierta, dejando que la palma lo presionara y de ese modo dejar su tacto grabado en ella. Notaba como se me inflamaba de amor el pecho, me sentía tibia por dentro, húmeda como si mi amor por él corriera dentro de mí, sangrando. Experimentaba un sentimiento tan sublime que sólo podía expresarse a través de las caricias, ya no había palabras capaces de contarlo. Estaba experimentando un amor imposible de saciar. Apoyé la mejilla sobre su vientre moviendo levemente mi rostro. Noté el suave temblor de Bill bajo mi cuerpo.

¿Podía él amarme también?

Cerré los ojos. Comprendía el amor que yo sentía por él, alimentado desde hacía largo tiempo y cuyo detonante había sido conocernos en persona, pero él, podía amarme en realidad.

No quise pensar más en ello.

Mi lengua reemplazó a mi mano y escuchar a Bill gemir de pasión, me pareció una especie de premio que anhelaba, quería llevarme de él cada gota de placer. Era consciente de cómo las caricias de mi boca lo estaban destrozando, podía percibirlo en el sonido de su voz quebrada y en los movimientos cortantes de su cadera. Esa cadera que se movían de forma espectacular en un escenario. No pude evitar recrear en mi mente aquellos movimientos que encendían mi pasión de forma absoluta.

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