Capítulo 26

67 12 0
                                    

Capítulo XXVI

.

"Tengo ganas de volver a enamorarme, pero siempre tu recuerdo me lo impide. Tengo ganas de hacer el amor con alguien y el fantasma de tu cuerpo me persigue"

.

El aire era frío y aunque aún era temprano, la oscuridad habitual de los días de invierno se hacía notar. No debía pasar de las seis de la tarde, el sol ya se había ocultado, pero aquello parecía tan irrelevante como cualquier otra cosa a mí alrededor.

Hace algunos años pasear por este lugar era impensable sin la compañía de un guardaespaldas, hoy me había aventurado a hacerlo sólo, porque me sentía más seguro de saber enfrentar cualquier eventualidad, aún así sabía que Tom me regañaría si lo supiera. Llevábamos muchos años siempre con una niñera como él solía decirle a los guardaespaldas, pero hoy necesitaba sentir el aire frío, necesitaba recorrer parte de mis recuerdos y reencontrarme con el sentimiento que había vivido con Juliette y que, al fin y al cabo, era el responsable de que existiesen Derek y Johann. Quizás, sólo quizás, si lograba ver algo de aquella ilusión en los sitios que recorrimos juntos, sería capaz de accionar ese clic que no se activaba en mi alma. Sabía que podía tener voluntad de ser el padre de esos niños, pero había una diferencia muy grande entre hacerlo por compromiso y por amor.

Cuando llevaba solo unos pasos dentro del Planten un Blomen, recordé de forma automática su alegría, una alegría que no estaba seguro de haber visto estos días.

¿Conoces este lugar? —le había preguntado.

Claro que lo conozco, cualquier chica nacida en Hamburgo debe conocer este sitio —me había dicho.

No sabía qué había sido de aquellos momentos en lo que lo único que me preocupaba era un paseo y lo siguiente que iba a decirle a una chica que me gustaba más de lo que me había gustado alguna antes.

Por el tono de tu voz, creo que no —le había dicho.

Entonces ella me había mirado, lo sabía, pero qué difícil era recordar esa mirada sin que de inmediato llegara el recuerdo de aquella otra mirada, la que me dio cuando se vio descubierta en la mentira que para ella había sido una parte de su vida y que a mí me había robado toda la ilusión.

Pasé por un costado de la laguna artificial la observé desde la distancia y el pecho se me oprimió ante el recuerdo. Cerré los ojos, cuánto añoraba ese sentimiento, la manera en que todo dentro de mí vibraba sólo por saber que Juliette existía. Me acerqué y me quedé de pie un momento, si mi memoria no me engañaba, era el mismo lugar en el que me había detenido con ella.

Es parte del jardín japonés —le había explicado cuando nos detuvimos frente a la laguna artificial.

Es hermoso —susurró conmovida.

Recordaba como el pecho se me llenaba de una sensación cálida y abrumadora.

Lo es —le dije sintiéndome igualmente conmovido por compartir ese pequeño momento de admiración.

Creo que ni yo mismo comprendí entonces lo mucho que la belleza que veía en ella me conmovía, mucho más que cualquier cosa que hubiese visto antes. Por un momento pensé en irme de ahí, no podía ser bueno venir a rememorar cosas tan dolorosas, pero entonces la vi y tuve que mantenerme observándola un momento para convencerme de que no era mi mente que estaba jugando conmigo, mezclando los recuerdos del pasado con la realidad. Sin embargo, llegué a la conclusión de que no era así, Juliette estaba ahí junto a un árbol y la mirada perdida en la laguna, mantenía ambas manos dentro de los bolsillos de su abrigo, aunque con su cabello más corto y rizado que aquella tarde.

SagradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora