Capítulo 15

102 13 1
                                    

Capítulo XV

.

Notaba en mi oído la respiración caliente y agitada de Juliette, la piel se me erizaba, incitándome a empujar más fuerte dentro de ella, buscando, anhelando, ansiando el consuelo de la liberación. Su cuerpo permanecía tenso y arqueado contra mi cuerpo. Podía escuchar mi nombre susurrado por su boca, mientras mis manos apresaban su piel, ahí donde se posaban. Sentía su ser completo roto por mi deseo y finalmente su clímax ardía y se cerraba en torno a mí, con el calor incendiando mi vientre y luchando por derramarse en el único sitio adecuado para ello, dentro de Juliette.

—Juliette, mi Juliette —se desgarraba mi voz por la angustiosa culminación del placer. Estaba sumido en ese instante sublime en el que era completa y absolutamente suyo, sin capacidad de reserva.

Por un instante me perdí a mi mismo y fui recuperando los sentidos poco a poco, percibiendo la piel de Juliette al contacto con mi piel y su voz agitada aún por el amor.

—¿Quién eres tú? Y qué has hecho con mi dulce Bill —la escuché. Me reí y le acaricie el oído con la lengua. Juliette se estremeció bajo mi cuerpo.

—¿No te gusta este Bill? —le pregunté en un susurro suave— Es tu creación

—Si no me dejas pensar, no puedo responder —me dijo buscando mi boca con la suya.

—Si te beso, tampoco podrás hacerlo —le hablé rozando sus labios, tan suaves que me encantaban.

Juliette se quedó un momento en silencio, un silencio que rompió nuestro juego. Desde que nos encontramos hoy, había notado estos pequeños silencios, momentos en ella en los que parecía medir algo que quería decir, pero que finalmente callaba.

—¿Pasa algo? —pregunté, dejándome caer a un lado, apoyado en mi costado. Juliette me miró fijamente y luego negó. Se movió, para quedar frente a mí.

—Te quiero tanto que siento que se me va a romper el corazón —fui consciente de toda la emoción que contenían sus palabras.

—Somos lo que los mortales sueñan, el cielo en la tierra cuando te aferro contra mí ¿Recuerdas? —le sonreí conmovido, comenzando a delinear la curva de su nariz.

—Lo recuerdo —me dijo, siguiendo con su dedo la línea de mi ceja, hasta mi piercing y entonces la alcé.

—¡Plaf! —exclamó, emulando el sonido de un golpe, dejándose caer de espalda en la cama como si mi mirada la hubiese derribado. No pude evitar la carcajada, sabía que esa ceja era la debilidad de muchas fan, pero que fuese la de Juliette era como un obtener un extra que me encantaba.

—¿Sabes que levantas la ceja contraria a la de Tom? —me preguntó mientras volvía a ponerse frente a mí.

—Mhm... Sí—respondí deslizando mi dedo por su hombro hasta su brazo y bajando lentamente hasta conseguir mi meta que era su cadera.

—Háblame de las Maldivas —me pidió sonriendo, mientras su mano se mantenía muy quieta, esperando a que consiguiera llegar ahí donde yo quisiera.

—Si vinieras conmigo, no tendría que contarte nada —le dije, finalmente a la curva que buscaba. Me imagino que la piel de las mujeres, normalmente, debía de ser tan suave como la de Juliette, pero la de ella tenía una peculiaridad que no podía resistir, era mía.

—No puedo... —respondió cerrando los ojos ante mi caricia.

—Entonces no iré —le dije, en tanto rozaba con mis labios su cadera. Juliette suspiro profundamente, entregándose por un segundo a mi petición, para luego moverse y alejarse.

SagradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora