Capítulo 19

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Capítulo XIX

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"Si pudiera tenerte una vez más, como en los días en que fuiste mío. Te miraría hasta quedar ciega, así te quedarías"

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Miro por la ventana, hay un día muy gris esperando ahí fuera. Las nubes bajan lentamente, como si amenazaran con engullir todo a su paso. Mi corazón, en contraste, late despacio y con la cadencia del que esta hibernando en espera de una lejana primavera. A través del jardín se ven algunos árboles, la nostalgia de sus vestimentas caídas los convierten en lúgubres e inmóviles guardianes. Me masajeo las sienes, me duele un poco la cabeza, no es extraño a mi edad o quizás sea el encierro, he salido muy poco últimamente.

Avanzo a lo largo del pasillo de mi casa, es acogedora, se podría incluso considerar un hogar, aunque lo que puedo llamar hogar está en otra parte y la melancolía arraigada al otoño me lo recuerda. Al llegar al baño, observo mi imagen en el espejo, las arrugas han comenzado a surcarlo irreversiblemente. Hoy eso ya no me preocupa, aunque hace algunos años la edad era una tara con la que no lograba reconciliarme. Extendí la mano hacia la estantería en la que estaban las pastillas para el dolor de cabeza, en tanto, la puerta principal se abría.

—¡Hola mamá!

Era mi hijo Derek.

—Hola —respondí.

Volví a mirar mi rostro en el espejo. Mi vida podría haber sido diferente, muy diferente.

—¡Hola mamá!

Grito ahora Johann.

Sonreí, mi tiempo para la autocompasión había terminado, me esperaba una nueva tarde con mis hijos y no es que tuviera demasiadas para disfrutar de ellos. Me tomé un par de pastillas para el dolor de cabeza y salí del baño.

—¿Qué tal día han tenido? —pregunté

—Puaj... —respondió Derek, siempre era el primero en hablar.

—Nos pusieron un trabajo de Historia que es una plasta —continuó Johann, que era el que siempre seguía—, con decirte que tendremos que dejar el entrenamiento de fútbol esta tarde.

Lo miré y luego miré a su hermano que sólo me observaba por el rabillo del ojo, mientras encendía el televisor, como si aquello captara toda su atención, ya sabía que estaban tratando, una vez más, de hacer a un lado el futbol, la única actividad deportiva que practicaban fuera de la que tenían en la escuela.

—Mhm —hice un sonido de pesar—, entonces tampoco podremos ir a la protectora de animales por ese cachorro que pensábamos adoptar —dije mientras me daba la vuelta aparentando resignación.

—¡Mamá! —fue la exclamación a dos voces que oí tras de mí y tuve que contener la risa de victoria que se dibujaba en mi boca. Respiré y me di la vuelta nuevamente hacia ellos.

—Derek hará la mitad del trabajo —habló Johann, como siempre organizando todo.

—Sí y Johann hará la otra mitad —apoyó su hermano.

—E irán al entrenamiento de futbol —aclaré.

—¡Oh!... —exclamaron nuevamente al unísono, arrugando la nariz.

Los miré de forma que comprendieran que no había posibilidad de transar con eso el día de hoy. Derek resopló y se fue hasta su mochila. Sin embargo Johann suspiro pareciendo más resignado, lo que me hizo sospechar.

—Tú harás la investigación y yo haré el dibujo —habló Johann, mientras yo iba a la cocina a servirles la comida.

—¡¿Por qué tengo yo que hacer la investigación?! —grito furioso Derek.

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