No iba a mentir, amaba los problemas y estos siempre le seguían. Quizás era algo elemental de la familia Payne Malik. Carrie sabía que no debía hacer muchas cosas, Pero ¿Exactamente quien la regañaria en ese momento?
Y es por eso, que en ese preciso momento se encontraba disfrutando de la pelea frente a ella. Sonriendo con tanta malicia como su pequeño ser se lo permitia.
—Pequeños placeres de la vida—suspiró en alto.
—Eres una hija de perra—Juliet le sonrió a su lado. Carrie regreso la sonrisa sin despegar sus ojos de la pelea.
Todo había iniciado en el inicio del receso, cuando se había anunciado el baile de graduacion. Por que si, ese año todos se graduaban de secundaria, listos para la gran preparatoria. Así que, Hanna Evans propuso como tema sirenas y tritones, mientras que Corina James había exigido que se usará algo más romántico.
Claro que Carrie Payne no podía estar tranquila sin ver la pequeña discusión, así que se había acercado para hacerlas entrar a lo bueno. Los golpes. Lo cual no fue muy difícil, considerando que ambas chicas eran enemigas desde primer año.
—Albert a las cinco y media—señaló la rubia a su lado.
La castaña giró rápidamente para ver a su lindo rollito caminar con la cabeza baja y sus bracitos protegiendo la caja que ella le había regalado.
—Demonios, es una ternura.
—¿Verdad?—lo siguió hasta ver a donde es que se dirigía—Ahora sólo debo quitar a Jessica de mi camino.
—Bueno, si él te dijo si, eso quiere decir que pronto lo que sea que tenga con esa chica se va acabar.
Se levantó anunciando una rápida retirada, con los gritos de las chicas detrás suyo. Su objetivo ahora era buscar al pequeño y escurridizo Albert.
La biblioteca estaba casi vacía cuando ingresó, si a caso contando a siete estudiantes. Se acercó a la mujer adulta en el gran Pentágono de en medio.
—Helena, querida, ¿Sabes a donde se fue Albert?—pregunto encantadora—Rubio, ojos azules preciosos como el maldito cielo, piel pálida y ese hermoso rostro de muñequito de porcelana que te dan ganas de...
—Se quien es Albert, Payne—señaló el pasillo final, el menos visitado—Esta por ahí, busca algo relacionado a la química y atracción en la medicina.
Se alejo de ella con un último golpe al escritorio y fue tras el chico. Encontrando la escena más preciosa que alguna vez sus ojos vieron.
Albert sentado en el suelo con su espalda recargada en un estante, su mandíbula moviéndose al masticar, mientras sus ojos estaban cerrados. Viendo si regazo supo que estaba comiendo las gomitas.
Sin hacer ruido se dejó caer de rodillas y gateo hasta él, colocándose a su lado, sintiendo la tensión del cuerpo bonito cuando la sintio cerca. Sus grandes y asustados ojos la vieron rápidamente.
—Veo que te gustó mi regalo—susurro a centímetros de su rostro—¿Me das a probar?
Confundido Albert tomo una de las gomitas entre sus dedos y la tendió a la castaña, más confundido cuando sólo le sonrió, y con un rápido movimiento tomo al chico por el rostro y tomo los labios como propiedad suya. Alabando el dulce sabor a uva en ellos.
Sonriendo en medio de su asalto cuando las débiles manos de la cosita bonita trataron de apartarla, fallando y pidiendo más con apretones a sus hombros. Imitando a un gatito bebé buscando caricias, dejándose mimar entre besos y suaves queridos.

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El Hermoso Rollito |#4|
Fiksyen RemajaCarrie jamas fue fan del sabor vainilla Hasta que conoció a ese hermoso rollito de cabellos dorados y mirada de cordero a medio morir