Karma

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La chica del metro nunca llegó, las palabras se me atascaron en la mente, un caos que no tenía escapatoria. A veces ese caos me recuerda porqué elegí cambiar de vida, de ambiente, de lugar al que llamarle casa. Los días no me iban mal, pero tampoco bien. Simplemente pasaban sin sentido. Pero mi abuela, siempre mujer sabia, me recordaba que: "Las cosas cambian y mueren, y si no cambian es que ya están muertas". Y así fue allí todo quedó muerto. Y no sentí miedo, pero si vacío. Un vacío demasiado difícil de llenar. La vida, nunca fácil, lo más bonito que existía en el planeta. Aunque a veces se me escape de las manos. Al revés de las cosas, yo cambié, pero no morí... gracias a dios. Cogí mi maleta y me vine con un bebé gato a la antigua casa de mi abuela y hasta el día de hoy es la mejor decisión que había tomado en la vida. La inspiración podría esperar por mi un poco más.

Pero bueno, a todo esto... otro día más sin escuchar su voz. A decir verdad creo que ya me he acostumbrado. Si el karma no lo quiere y yo no le voy a llevar la contraria. Total, el karma antes de conocerme tendría que estar hasta aburrido...

A las 14:00 recogí mis cosas de la cafetería, pagué y salí en dirección a mi hogar. Después de sentir la ciudad como mi casa, todavía me sorprende el bullicio de la gente, cada uno a su bola, siempre con un rumbo fijo. Lo más habitual que me encontraba eran l@s empresari@s y después grupos de turistas. Hombres en traje de chaqueta, maleta en mano y el móvil en la oreja; Mujeres en tacones, bolsos gigantes y auriculares conectados al móvil; Turistas agolpados en la puerta del Sol haciéndose fotos; o la multitud de personajes disfrazados que te podías encontrar paseando por el centro. Eso no fallaba. Cada loco con su tema. Cada loco con su manera de sobrevivir o supervivir... nunca se sabe que hay detrás del personaje.

Como era de esperar llegué al portal y me paró la vecina. Mi vecina, era la típica vecina de todo bloque que se aburre demasiado. La señora Antonia, era una mujer de unos 70 años, con su permanente perfectamente hecha, sus labios siempre pintados, su camiseta de leopardo y sus pendientes siempre puestos. Eso nunca fallaba. Ciertamente, todavía no me sé su historia, pero intuyo que sus hijos algo le han hecho. Siempre que saco el tema me lo evita. En parte me da un poco de pena, siempre la imagino falta de amor. Y a mi dar amor me sobra, a veces creo que me paso de cariñosa.

- Hola Alba, que guapa estás siempre -Se acercó a mi y me plantó un abrazo-.

- Señora Antonia, muchas gracias. ¡Eso lo bien que usted me mira!

- Anda ya hija, eres guapísima -me hizo ruborizarme, me separé un poco de ella y le contesté-.

- Hoy me siento un poco plof, me alegra que me digas esas cosas.

- ¡No me digas! Pues he hecho sopa de champiñones 100% vegana como a ti te gusta -guiñándome un ojo-, si quieres como voy para la casa te llevo un tupper ahora ... si eso te va a alegrar un poco -me dijo la señora con cara de compasión-.

- ¡ Gracias, Gracias ! -Me acerqué a ella y le regalé un abrazo y muchos besos-.

No había sido una buena mañana, los capítulos no me había salido como churros y la escritura no había sido fluida. He ido rellenando para que Noemi el viernes no termine regañándome pero sentía que había hecho una mierda, pero una mierda gigante. La inspiración seguía sin venir y en cierto modo me asusta no vivir experiencias que me traigan la inspiración de vuelta. Al final todo el mundo necesita su musa, sus vivencia para seguir escribiendo.

Creo que después de todo, la sopa me puede alegrar el día. Tenía vicio por la sopa desde pequeña, para mi gusto, la mejor comida del mundo. Quizás es por todo lo que conlleva detrás. Desde pequeña mi abuela me recogía del colegio y siempre,siempre, siempre de primero me ponía sopa de alguna verdura que a ella se le antojara. Y en cierto modo, yo flipaba. Ojalá ahora todos los días sopa de mi abuela...

El sitio de mi recreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora