Las cosas pasan

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Todavía no era consciente de lo que había pasado la otra noche, menos mal que Natalia pasaba por allí sino no sabría lo que hubiese pasado. Nunca habría pensado que Pol llegaría hasta ese nivel. No entendía que a través de una historia que subí a mi perfil de Instagram podría alguien perseguirme. Esa misma noche cuando llegué a casa, cogí el móvil e hice limpieza de seguidores y puse el perfil privado. Era la última vez que alguien me asustaba. No me apetecía volver a sentir esa sensación de agobio, aprisionamiento o como si fuese un juguete con el que podrían jugar. Después de la limpieza me dispuse a investigar como podía darle las gracias a mi heroína, así que me metí en el perfil del bar en el que estuve y allí estaba ella. Así que directamente abrí el MD.

@albxreche

Buenas Noches heroína, muchas gracias por lo que has hecho hoy por mi. Estoy en deuda contigo, si no hubieses llegado no sé que habría pasado. Un beso, nos vemos.

Su respuesta tardó menos de lo que imaginaba, y a los 10 minutos me sonó el móvil.

@natalialacunza

Es lo menos que pude hacer por una bella damisela en peligro. Que descanses, Alba Reche.

Nuestra conversación fue corta, pero necesaria. La Rafi siempre me había enseñado a ser agradecida y que las cosas siempre pasaban por algo.

- Buenas, señorita Reche, Noemí la está esperando en su despacho -me despertó de mi trance la secretaría de mi editora-.

- Perfecto, muchas gracias, Mamen.

Le di las gracias a la secretaria y me adentré por los enormes pasillos de la Editorial Triunfo. El edificio era gigante, uno de los típicos edificios del centro, súper antiguo pero con la fachada súper bonita. Una obra de arte. Pero por dentro era todo lo contrario, se ve que lo reformaron hace poco por que todo lo que había en aquel lugar era moderno. La editorial contaba con una redacción amplia con unas 20 mesas para editores, redactores y encargados del marketing y la publicidad, la cual estaba llena de ventanales que llenaban de claridad el sitio. Al igual que la redacción, despachos era muy amplios y contaban con ventanales un poco más pequeños que los demás pero lo suficiente para no necesitar luz artificial durante las horas de sol. Era una pasada sentarse en alguna de las mesas de la redacción y observar lo que sucedía en la ciudad.

Después de recorrerme el pasillo infinito, llegué a la puerta y me dispuse a entrar.

- ¿Se puede? -tocando con los dedos la puerta-.

- Alba, pasa te estaba esperando.

- Hola, Noe, ¿qué tal? -le di dos besos antes de sentarme en la silla que tenía situada enfrente de ella-.

- Hola, hija, desde que no te veo tienes el guapo subido -me dijo con una sonrisa en la boca-.

- Calla, Noe, que vaya días llevo -le dije riéndome-.

- Bueno, vamos al lío. He visto lo que llevas... -al oír eso me puse en tensión, seguro pensaba que era una mierda... llevaba días tonteando con la escritura del libro-.

- Y... ¿Qué tal? ¿Cómo lo ves? -se me escapó un puchero de pronto, no estaba preparada para la que se me venía encima ...-.

- A ver pues...

- Lo ves fatal, ¿no?

- Para nada, está genial, quizás no estamos cumpliendo los plazos pero lo que tienes, a excepción del final, lo llevas muy bien.

- Uf, me ayudas un poco. Es cierto que últimamente no me vienen ideas, estoy bloqueada y no se qué me pasa -de repente mi ojo soltó un par de lagrimas sin previo aviso- lo intento, me pongo a escribir, salgo de casa y nada ...

El sitio de mi recreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora