Como de costumbre, mis piernas no paraban de temblar, y la voz me salía más ronca de lo normal. No paraba de recitarle al espejo como si estuviera lleno de gente. Mi cabeza iba a explotar, a cada palabra me pasaba algo diferente... que si un gallo, que si me quedaba pillada, que si Queen me reclamaba y para colmo los sudores fríos... un show, como siga así se van a reír de mi hasta las cucarachas. Claramente era novata pero leer no se me había olvidado. Hace mucho que salí del colegio pero leer y escribir eran unos de mis puntos fuertes y digo yo que hay cosas que siempre permanecen. No entiendo porqué tanto nerviosismo si la vida se me iba en escribir y leer todo lo que iba redactando a cada momento. Quizás darle voz a un pensamiento era más fuerte de lo que imaginaba. Pero en mi voz imaginaria quedaba de puta madre.
Llevaba vestida tres cuartos de horas, no quería que se me hiciera tarde y, lo he cumplido. Me había enfundado un mono negro, con unas deportivas blanca con un poco de tacón y el pelo engominado para ir arreglada pero informal. No dejaba de ser el bar de Afri donde me pasada las tardes con mis amigos los sábados y los no tan sábado. Realmente estaba nerviosa, y todas las prisas han sido consecuencia de los putos nervios. Y lo peor es que no le había dicho a nadie que iba a recitar, me moriría de la vergüenza y mis nervios aumentarían sabiendo que hay gente que me quiere ver... aunque conociendo a María se lo habría dicho a medio ejército de amigos y conocidos. Realmente la noche prometía. De repente mi gata levantó las orejas por el sonido del timbre del portal de mi casa.
- Si? -dije extrañada, realmente no esperaba nadie y ya era la hora de salir hacia el bar-.
- Hola, piojo
- Holaaaaa
No podía ser, eran las voces de Julia y Sabela. ¿Que hacen aquí?
- ¿Chicas, que hacéis aquí? -pregunté extrañada, ni Queen entendía la situación-.
- ¿y tú?, ¿que haces todavía en casa? - preguntó-.
- Pues ya salía que tengo unas cosillas que hacer ...
- Unas cosillas que hacer, ¿no? Baja que te llevamos y nos tomamos una caña antes de que empiece la acción -dijo Sabela muy decidida-.
- Bajo ya -claramente me habían pillado, no era nada nuevo. La Mari claramente. Realmente espero que me entiendan-.
Cogí el bolso, le di un besito a Queen y bajé por las escaleras. Necesitaba moverme o iba a echar la comida por la boca de los nervios. Salí del portal y allí estaban las dos con cara de: DE ESTA NO TE SALVAS. Y realmente se me encendió la cara, no estaba preparada para que me regañasen por no contar nada. Llegué hasta ellas y sin decir nada me abrazaron las dos a la vez. Y formamos una piñita.
- ¿Pensabas que te íbamos a dejar sola con los nervios que me manejas siempre?- me dijo la gaditana al oído-.
- Estas loca si pensabas que te ibas a librar de tus amigas -dijo Sabela mientras nos separábamos para vernos las caras-.
- Gracias chicas, realmente llevo una hora delante del espejo hablando sola - tapándome la cara de vergüenza-.
- Anda tira que vas a llegar tarde - me indicó Julia señalando el coche que había aparcado en la puerta de casa-.
- Acabáis de salir del cole ... -agaché la cabeza mientras entraba en el coche-.
- ¿Cómo lo has adivinado?
- Hemos tenido claustro de profes, así que hemos tenido suerte de haber llegado a tiempo -señalaba la gallega-.
- En serio es que no hacía falta que vinierais, seguro estáis cansadas, yo solo voy a leer unos poemicas como si estuvieramos en el salón de casa con Queen y unas copitas de vino. Es que no hacía falta, de verdad...
- Alba, para. Nos apetecía más escucharte a ti que escuchar a los carcas de nuestros compis. Así que calla ya - Me cortó rápidamente Sabela con su gen guerrero-.
Me quedé callada y simplemente dejé que la música me relajase y penetrara en mis adentros. "Lucha de gigantes", así me sentía yo. Luchando contra gigantes dentro de mi cuerpo. Era una de mis canciones favoritas y en parte me alegraba que sonara en estos momentos. Cerré los ojitos y me dejé llevar intentando controlar la respiración.
- ¡ Mira quienes están ahí ! Las causantes de tus problemas - dijo riéndose de mi persona nerviosa-.
En la puerta del bar estaban María y África, claramente entre las dos me habían metido en este lío tan precioso.
- Qué malas sois, reíros de una pobre indefensa...
- ¿ Y para qué llorar, piojo?
- Pues también es verdad, Sab.
Nos bajamos del coche entre risas, saludamos a las chicas y nos tomamos una cerveza con ellas charlando sobre el día y las anécdotas de mis nervios.
- ¿En serio Alba que te olvidaste de tu hermana en medio de un aeropuerto?- preguntó Afri-.
- Si tía, y a la Rafi le iba a dar algo. Tenía mucho miedo de perder mi peluche y lo dejé con los nervios en la cinta de las maletas y cuando me dí cuenta pues salí corriendo sin mirar atrás... a lo David Bisbal.
- Es que eres increíble, enana - me dijo María dándome un beso en la frente-.
- Bueno cuando volví no estaba Marina y me la encontré comiendo palomitas en un duty free con unas chicas de la tienda. ¡ Vaya que la niña se lo montó bien!
Todas nos echamos a reír y fue África quien nos cortó el rollo.
- Bueno, Albi, queda 30 minutos... el camerino está al lado de la barra. Dónde pone salida de emergencia entras y a la derecha hay una puerta. Pues ahí es. Dentro tienes unas cuantas cositas que son a cargo del bar. Así que disfrútalas sin ningún cuidado.
- Gracias, de corazón. Eres un amor - le dije abrazándome a ella-.
- Eres increíble y qué menos que lo compartas con los demás - me dijo al oído-.
- Chicas voy al lío, luego os como a besos y guardarme un sitio para luego brindar.
- Venga tira que no te voy ni a desear suerte por que no la necesitas - dijo Julia dándome una palmada en el culo-.
- Cualquier duda se lo dices a Ici que yo no estoy de turno, rubia.
Entré en el bar y en la barra estaba la rubia de pelo rosa, cómo la Mari me había indicado. Nos miramos a los ojos y nos saludamos con la mirada y la mano. Ici era de esas personas que daba la impresión de que como fueses su amiga daba la vida por ti. Desde lejos se le veía muy buena niña y estaba súper unida a Natalia, a veces creo que son novias. Tenían un montón de conexión juntas. Abrí la puerta que ponía "salida de emergencia" y abrí la siguiente puerta.
Para sorpresa de mí, el camerino no estaba solo. Una chica morena de largas piernas y cintura estrecha no paraba de bailar con unos cascos puestos. Seguro ni se ha dado cuenta de que estaba allí. Seguro al verme se moría de la vergüenza. Tenía los cascos a todo volumen. Imagino que será una técnica de distracción para quitar nervios de encima. Pero se le veía increíble como todo su cuerpo se movía al son de la música. Me moría de ganas de saber qué canción era y bailarla con ella. Pero para colmo estaba sin camiseta, con un sujetador deportivo y con unos mini pantalones. Menos mal que llevaba algo de ropa sino el mundo se hubiese caído encima de mi persona. Tragué saliva y vi que el móvil estaba a mi lado, lo cogí, le quité el bluetooh y me puse a bailar con ella. Ella me miró y me siguió el juego sin mediar palabra. Para mi sorpresa la canción era "Rompe" de Daddy Yankee. Me iba a ir hasta abajo con ella...
ESTÁS LEYENDO
El sitio de mi recreo
أدب الهواةTodo pasa por algo... hasta lo que no pasa. Natalia, cantante de la línea dos del metro. Alba, escritora y compositora. ¿Que pasa cuando choca un alma gris contra una galaxia en la noche oscura? ¿Será suficiente para encontrarse y que su alma vue...