La voz del metro

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Madrid por la mañana me parece una pasada. Sobre todo, después del ajetreo de la hora punta. Después de eso se respira como una especie de calma disfrazada de impuntualidad. Cosa que me iba a pasar a mi si no dejaba de pararme en todos los escaparates de las tiendas. Y como llegase tarde los chicos me van a matan. Me encanta observar, lo confieso y no me escondo. Pero a lo lejos se escuchaba una música, y vaya música, vaya ritmo en esa guitarra, y vaya punteo, y vaya voz. Una voz que me grita que salga corriendo a por ella.


"Y si es cierto que quieres saber.

Dicen por ahí que la han visto bailar.

Que parece que está loca.

Que te mata si la tocas.

Desde que se fue aquí todo pasa lento, lento.

Todo aquel que la conoce muere en el intento, lento"


Esa voz es como para dormir con ella todas las noches y no levantarte de la cama en ocho horas. Una droga de diseño, mínimo. La voz está lejos pero la curiosidad me puede, así que si me matan los chicos no pasa nada, iré drogada de música. Además, creo que está a la vuelta de la esquina. Por que me quede cinco minutos escuchando música no pasa nada, ¿no? Siempre podría alegar que puede ser una nueva artista para la compañía, ¿no? ¿Es posible que me haya quedado empanada? Es posible. Venga, Alba, espabila y anda un poco.

Me desvié un poco del camino y giré la calle para encaminarme hacia ella, pero alguien me despertó de mi éxtasis. Demasiado inoportuno.

- ¡Albitaaaaa! Quilla, vamos, vamos que el Pablo está desesperado, ha llegado súper pronto y dice que Manu se ha ido y que el está súper aburrido esperándonos- me dijo casi sin respirar, en un tono acelerado-.

- Gónzalo, hombre cuanto tiempo, ¿qué tal? - Le dije con tono irónico-.Buenos días de lunes, un placer encontrarte de camino al trabajo. ¿Cómo tú por aquí? La vida bien, ¿no? - Se acercó y me dio dos besos con cara de seta para compensar el susto que me había dado-.

La verdad es que se le veía agobiado al pobre pero un poco de ironía nunca viene mal, y más un lunes. Es cierto que teníamos mucho trabajo que hacer. Ha llegado un artista nuevo a la compañía y estamos trabajando en sus nuevos proyectos.

- Todo bien, pero este me tiene negro con tantas prisas. Me pone histérico. Seguro que Manu le ha dicho montón de cosas y el cerebro le ha explotado.

- Pues seguro... bueno ya estamos llegando. ¡Que no panda el cúnico!

Lo cierto es que estamos a dos edificios y a un minuto de tocar el botón del ascensor. Con el ajetreo con el que me avasalló cogimos dirección directamente hacia la oficina. Cuando se juntan Pablo y Manu, salían cosas maravillosas de esas mentes pero el chaval se nos ponía histérico.

Oye, Gon.- Llamé su atención antes de llegar a nuestra oficina-. Antes de que me asustaras iba camino a escuchar una voz angelical que salía de la boca del metro de Callao. Sería interesante volver a encontrármela en algún momento. Así que te odio un poco, mucho, pero con amor.

El sitio de mi recreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora