Un besito y a correr

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Gracias a una fuerza divina, no llegué demasiado tarde. Solo unos 45 minutos como decía María tratándonos de justificar, aunque a ella lo único que le preocupaba era que nos llevasen 45 minutos de ventaja bebiendo... real hasta la muelte baby, real como el ciego tan tonto que llevaba encima. La ducha y el trayecto en coche me habían relajado un montón y ya casi pertenecía a la tierra de los vivos. En el coche había sido consciente que me había vestido como un minion ... llevaba puesto un peto vaquero de pantalón corto, una camiseta de mangas largas amarilla, unas calcetas blancas Nike por encima de los tobillos y unas vans amarillas. Para estar borracha no había elegido mal, pero las burlas me iban a caer a pares (y no ya veréis ...).
Tardamos en llegar unos 40 minutos desde el centro de Madrid, ósea ser... desde mi casa.

- Reche, ¿como vas? Hemos llegado y ni has rechistado en todo el camino... - me dijo la Mari preocupándose por mi, cuando me llamó no iba demasiado bien-.

Me puse la mano en la nariz y noté como el aire caliente chocaba con mis dedos.

- Mari, pues creo que respiro - le dije soltando un puchero-.

María giró para mirarme y al ver mi cara se echó a reír.

- No seas dramática, ahora agüita un rato eh

- Minion, agüita que sino te perdemos y es algo que no podría soportar la humanidad - me dijo Pablo riéndose un poquito de mi -.

- Que si chicos, no me puedo permitir más alcohol ahora que sé dónde tengo la cara y me aguanto una poca en pie - les dije resignada-.

- Pues venga, no hay más que hablar chavales. ¡¡A por todas !! - dijo María saliéndose del coche y levantando el puño-.

- Mari aquí no hemos venido a jugar, sino a ganar - les dije saliéndome del coche y chocándole la mano-.

Una vez fuera del coche nos quedamos embobados con la casa, era impresionante, me la esperaba un poco más cutre aunque viniendo de Joan... era la casa de sus "sueños". La casa de sus padres en Mallorca era impresionante, la típica casa de ricos y pijos con un jardín gigante y una piscina que se mezclaba en el paisaje con el agua del mar. Las noches de luna llena allí eran impresionantes. Pero lo cierto es que su papi era arquitecto y la había diseñado y construido con el sudor de su frente poco a poco, era el trabajo de años por lo que decía Joan antes vivían en un piso normal y corriente cerca del centro.

Desde fuera se podía observar que era una urbanización de casas adosadas, tenían dos plantas y un pequeño gran jardín en la parte de atrás con una pequeña piscina y en los laterales un portón para aparcar el coche.

Una vez llegamos a la puerta, tocamos el interruptor y rápidamente nos abrió la morena más alta del lugar y me quedé con la boca abierta. Iba guapísima, no entiendo como puede ser de este mundo. Pero no era la Natalia que se metía conmigo o lanzaba amenazas al aire, estaba demasiado seria para mi gusto y había evitado darnos dos besos para saludarnos aunque de la Mari nadie se libra...

- Menudo pivón tengo como amiga nueva.

- Mari, no digas eso... - dijo muy tímida y con las mejillas a punto de explotarle- Bueno, chicos pasad, estamos sentados por el salón. Es entrando por la puerta al fondo, los vais a ver seguro.

- ¿Tu no vienes? - le dije sin más-.

- No, me voy a terminar de fumar el cigarro y ahora entro - me dijo aspirando todo el humo que le entraban en los pulmones-.

- Guay, nos vemos dentro -le guiñé un ojo y me dispuse a entrar a la casa con María y Pabli-.

Realmente quería quedarme ahí con ella y quitarle unas cuantas caladas de su cigarro, pero la había visto demasiado pensativa y no quería asaltar su espacio personal. Seguramente la muchacha quería estar sola... con esa cara de pocos amigos que me llevaba la niña. 

El sitio de mi recreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora