No volví a decir nada sobre la hermosa propuesta de Christopher, sabía que se atrevería a hacerme el amor sin importar que todas esas personas nos miraran.
Me senté en el asfalto para poder apreciar como hacía trucos con su skate tratando de impresionar.
—¿Te estás aburriendo?— cuestionó acercándose a mi, sinceramente estaba pensando en otras cosas, pero claramente no le voy a responder eso.
—No, estaba disfrutando mirándote.— murmuré divertida.
—Te podría hacer disfrutar de otra forma.
—No empieces.— golpeé levemente su brazo, haciéndolo reír.
Me ayudó a levantarme y enganchó su brazo con el mío, empezó a andar sin rumbo alguno (o eso creía yo).
—Iremos a tomar un café y luego de vuelta al hotel.— su mirada se posó en el cielo—. Tiene pinta de que lloverá... Y bastante.
La idea de la lluvia no me agradaba, prefiero mil veces el sol.
Entramos a una cafetería, tomamos asiento al fondo y ordenados nuestros cafés.
—Este es el mejor lugar para tomar un café, relajado y sin que nadie te moleste.— dijo sonriendo, su vista se desvió al gran ventanal y observó hacia afuera.
—Tiene pinta de ser un buen sitio.— comenté, el camarero trajo nuestros cafés en un par de minutos—. Gracias.
Le sonreí, antes de que se retirara.
—Yo invito.— rápidamente sacó su cartera y dejó el dinero sobre la mesa.
—No es justo.
—La próxima pagas tú.— murmuró divertido mientras removía su café.
—¿Quien dijo que habría próxima?— alcé una ceja, él me miró ladeando la cabeza.
—Yo lo digo.— se encogió de hombros—. No me puedes negar nada, ma belle.
Un rayo iluminó el cielo, seguido sonó un trueno con fuerte intensidad.
Tragué saliva mirando el exterior, Christopher tomó mi mano y dejó un par de besos en mis nudillos.
—Tranquila, esperaremos a que deje de llover para volver.
Había pasado casi una hora y no escampaba, dejé escapar un suspiro y me puse de pie. Él me miró haciendo un puchero pero de todos modos imitó mi acción.
—No quiero mojarme.— dijo en voz baja.
—Pues no tenemos más opción.— dije, soltando una pequeña risa. Salimos del local, la lluvia hizo contacto con nuestra ropa y la mojó —. Tenemos que correr.
Tomados de la mano y corriendo por París, mientras la lluvia no hacía más que aumentar. Para cuando llegamos al hotel ya estábamos empapados, varias personas nos miraron mal por entrar y mojar todo a nuestro paso.
—Que locura.— declaró él al entrar en la habitación.
—¡Dejé la puerta del balcón abierta!— chillé al verla.
—No te preocupes, no es nada del otro mundo.
Caminé hacia allí, se sentía húmedo pero no llegaba a estar del todo mojado.
Suspiré aliviada y apoyé mis brazos en el balcón mientras observaba el espectáculo de la lluvia caer a grandes cantidades del cielo.
—¿Ya te olvidaste de mi?— murmuró divertido, volteé a verlo. Se encontraba tumbado en la cama, su chaqueta estaba tirada en el suelo.
—Ven aquí, anda.
Él fue rápido en levantarse de la cama y caminar hacia donde me encontraba, rodeó mi cintura con sus brazos y me acercó a él.
—Deberíamos de cambiarnos de ropa antes de que nos resfriemos.— advirtió, sus labios rozaron el lóbulo de mi oreja haciéndome entremecer.
—Después...— susurré, alzando la mirada para poder verlo a los ojos.
—¿Qué quieres hacer ahora, Jewel?— enarcó una ceja.
Sin poder evitarlo mordí mi labio inferior, él llevó su dedo pulgar a mi boca para liberarlo de mis dientes.
—No te muerdas el labio...
—¿Por qué?
—Porque me dan ganas de comerte la boca.
—Hazlo.
Y sin tener que repetirlo, unió sus labios a los mios en un beso hambriento, jadeé de inmediato al sentirlo.
Sus besos eran demasiado ardientes, y a mi me encantaba el fuego. Me encantaba arder con él.
Sus labios abandonaron los míos pero me recompensó cuando los juntó con la piel de mi cuello, ladeé la cabeza dejándole más espacio para que hiciera lo que quisiera en esa zona. Mis dedos juguetearon con los mechones de su cabello, enredándolos en estos y tironeando suavemente de él.
—Apoya tus manos en el cristal.— ordenó, su voz ya se encontraba ronca, y eso era señal de que estaba excitado.
Apoyé mis manos en el cristal, sentí las pequeñas gotas de agua resbalar por este y tocar mi piel con suavidad.
Pero mis sentidos estaban centrados en Christopher rozando su erección contra mi trasero mientras sus manos se adentraban por debajo de mi ropa, hicieron contacto con mis senos. La piel se me erizó al notar lo frías que estaban sus manos, sin embargo, la excitación no hizo más que crecer.
Sus pulgares acariciaban mis erectos pezones con calma, dando leves pellizcos de vez en cuando y masajeándolos.
—Separa un poco tus piernas, mon amour.
Y lo hice, mis piernas se separaron justo en el momento que deslizó su mano por estas.
Sus labios se posaron en mi hombro dejando besos húmedos en él.
Gemí cuando su mano se adentró en mis bragas y frotó la palma contra mi clítoris.
—Déjame a mi.— susurró, al ver que yo movía mis caderas contra él en busca de más contacto.
Dos de sus dedos acariciaron mi clítoris, con suaves caricias a su alrededor y llegando a tocarlo en muy pocas ocasiones.
Cada vez me sentía más mojada y no era producto de la lluvia, era únicamente por el ser que me estaba haciendo llegar al éxtasis con solo sus dedos, una vez más.
—Córrete, Jewel.— mordió con suavidad la piel de mi hombro—. Hazlo para mi...
Me retorcí en sus brazos, deslizando mis manos por el húmedo cristal y lloriqueando cuando el orgasmo recorrió mi cuerpo.
—Bien hecho, hermosa.— sonríe, retirando sus manos de mi cuerpo y acomodando mi ropa.
—Chris, yo...— empiezo a decir, pero la puerta de mi habitación es golpeada un par de veces.
—Iré a abrir, bonita.— deposita un beso en mis labios y camina dentro de la habitación, abre la puerta y mira a quien está detrás de esta—. ¿Quién eres?
—No, ¿Quién eres tú?
✨✨✨
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París||C.V
Romance¿Es posible llegar a odiar algo que has amado tanto? Desde pequeña he soñado con viajar a París, también conocida como la ciudad del amor... Pasear por los Jardines del Trocadero, comer macaroons en Ladurée, disfrutar del atardecer desde Pont des A...