El baño se alarga más de lo esperado porque jugamos como niños con la espuma. Tuve el placer, según Chris, de poder lavar su cabello y tengo que admitir que se sintió jodidamente bien.
Caminamos de vuelta a la habitación con una simple toalla cubriéndonos, allí nos vestimos entre miradas coquetas y comentarios fuera de lugar.
—¿Tu vuelo sale mañana por la mañana o en la noche? — cuestiona mirándome, de su cabello todavía caen algunas gotas de agua.
—A las nueve de la noche. — murmuré en voz baja, la simple idea de alejarme de él no era algo que me agradase.
—¿Puedo hacerte una fiesta de despedida como en las películas de tragedia romántica? — pregunta con una sonrisa en el rostro.
—Se supone que esas cosas no se preguntan...
—Es que conociéndote... — pone los ojos en blanco con fingida molestia—. Capaz y te molestes conmigo...
—Haz lo que te dé la gana. — murmuré divertida.
Sus brazos se adueñan de mi cuerpo y me acercan al suyo, quedamos prácticamente pegados mirando el uno para el otro. Su rostro baja los centímetros que lo separan del mío y acorta la distancia entre nuestros labios.
—Quiero que sepas que voy a estar aquí para ti siempre que me necesites. — susurra, rozando mi nariz con el suyo—. No importa el momento, la hora o la circunstancia... Quiero que me llames siempre que lo necesites, ¿vale?
—¿Aunque solo necesite oír tu voz? — cuestiono, mirándolo directo a los ojos y perdiéndome en el mundo que hay en ellos.
—Aunque solo necesites oír mi voz. — afirma con sinceridad antes de unir sus labios con los míos una vez más.
Mis manos toman vida propia y suben hasta su nuca, mis dedos se enredan en pequeños mechones de su cabello. Por instinto me pego más a su cuerpo pero no tardo en retroceder al sentir el agudo dolor en mi hombro.
—Mierda, lo siento.— se disculpó apenado—. ¿Duele?
—Fui yo quien se pegó a ti, así que tranquilo... — sonrío de lado para no preocuparlo.
—Independientemente de quien se haya movido...— hizo un puchero—. ¿Te llevo al médico?
—¡Por Dios, Chris! — niego con la cabeza—. No exageres...
—¿Exagerar? — pregunta frunciendo el ceño—. Te recuerdo que te dieron un balazo en el hombro, solo me preocupo.
—Peor que una mujer en sus días. — murmuro por lo bajo.
—Mira quien habla. — rodea los ojos mientras se deja caer en la cama.
—¡Yo no estoy en mis días! — chilló irritada.
—¿Y esos cambios de humor?
—Christopher, no me jodas. — le lanzo una mirada cargada de odio que lo hace reír.
—Mon amour, no te enojes conmigo. —me lanza un beso sonoro.
Ahora que me ponía a pensar... Durante mi estadía en París no me había bajado el periodo. Trago saliva con dificultad mientras me pongo a contar mentalmente los días desde mi última regla.
—¿Por qué de pronto has palidecido? — cuestiona con preocupación en la voz.
—¿Qué posibilidades hay de que esté embarazada? — río con nerviosismo.
—¿Qué? — pregunta en un hilo de voz, se levanta de la cama rápidamente y me mira con seriedad.
—A ver... Nosotros hemos tenido Sexo sin protección y a mi no me bajó el periodo este mes. —muerdo mi labio inferior tratando de calmar mis nervios.
—Oh, Mon dieu... — susurró impresionado—. Si no estás embarazada, te prometo que no saldremos de esta habitación hasta que te embaraces.
—No empieces... — me cruzo de brazos—. No es momento, tenemos problemas suficientes para agregar otro.
—¿Consideras que nuestro hijo será un problema?— pregunta alzando una ceja en mi dirección.
—Esta conversación se está saliendo de contexto.
—Concuerdo. — murmura, sus manos viajan a mi abdomen y acaricia este sobre la tela de mi ropa—. Ahora hablando en serio... ¿Crees que estás embarazada?
—Creo que es posible...
—Está bien. — deposita un beso en mi frente —. Iré a comprarte un test de embarazo, no me tardo... Tú no te muevas de aquí.
—No es como si pudiera irme a muy lejos.
—Deja de quejarte y dame un besito antes de que me vaya. — hace trompita con sus labios y cierra los ojos de anticipo.
Sonrío ante su acción, dejo un corto y rápido beso en sus labios. Él me mira satisfecho y camina hasta la salida hasta desaparecer por la puerta al exterior.
Me dejó caer en la cama mientras suelto un suspiro, la idea de quedarme embarazada no era algo que me gustase... Sin embargo, Chris parecía bastante ilusionado con el tema. Doy vueltas en la cama, buscando la forma de entretenerme sin tener que pensar en todo lo que estaba sucediendo.
—¡Linda, deja de babear en mi almohada! — exclama la voz de Christopher a mi lado, abro los ojos con suma lentitud. Efectivamente, estaba babeando.
Genial, Jewel, que asco...
—Te quedaste dormida esperándome. — suelta una risita mientras extiende la bolsa de la farmacia hacia mi.
Y yo que pensaba que había sido un sueño...
—Oh, vaya... — tomo la bolsa y le sonrío débilmente —. Gracias.
Me levanto y camino hacia el baño, saco el test de la caja y miro las instrucciones en esta, no son difíciles de comprender pero lo veía algo necesario.
Tras hacerla la dejo encima del mueble que hay en el baño, ahora solo tocaba esperar.
—¿Cómo va todo por ahí dentro, Jewel? — pregunta del otro lado de la puerta.
—Puedes pasar... — murmuro mirando en su dirección, él no tarda en abrir la puerta y entrar.
—No pongas esa carita, voy a estar contigo sin importar el resultado de esa prueba. — susurra poniéndose de cuclillas frente a mi, apoya sus manos en mis piernas y las acaricia sutilmente.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo, Jewel.
Ambos miramos en dirección a la prueba de embarazo, Chris entiende la referencia y se levanta para tomarla en sus manos. La mira durante unos segundos y después alza la mirada para poder mirarme.
—Chris, dime algo... — suplico al ver cómo se queda callado por un largo tiempo.
En su lugar alarga su brazo y me la extiende, sin dudarlo la tomo y miro el resultado con algo de temor.
ESTÁS LEYENDO
París||C.V
Romance¿Es posible llegar a odiar algo que has amado tanto? Desde pequeña he soñado con viajar a París, también conocida como la ciudad del amor... Pasear por los Jardines del Trocadero, comer macaroons en Ladurée, disfrutar del atardecer desde Pont des A...