Capítulo 20 (FINAL)

785 85 17
                                    

No hacemos más que besarnos por última vez en quien sabe cuanto tiempo, nuestros labios parecen entender la situación porque no quieren despegarse. Finalmente, nos abrazamos mientras rompemos a llorar.

Je t’aime, Jewel. — susurra entre sollozos, besa mi frente a la vez que acaricia mi cabello—. Je ne veux pas te laisser partir...

—No me estás dejando ir... Es algo que desde un principio sabíamos que iba a pasar. — declaro entre lágrimas —. Sabes que te amo muchísimo, no me dejes sola en esto...

—Hay abogados muy bueno, si quieres puedo contactar con algún amigo para...

—¡No, Christopher! — escondo mi rostro en su pecho, su camisa ya se encontraba lo suficientemente húmeda debido a mis lágrimas—. Quiero que seas tú...

—Jewel...

—Christopher...

Entonces se escucha mi vuelo, nos quedamos mirando durante unos segundos antes de que él asienta en mi dirección y me suelte. Deja un corto beso en mis labios y toma mi mano, la acaricia antes de dejarla caer a un lado de mi cuerpo.

—Te tienes que ir...

—Lo sé. — logro decir en un hilo de voz, seco las lágrimas de mi rostro y camino sin mirar atrás porque si lo hago sé muy bien que no volvería a mi país y me quedaría con él.

Una vez dentro del avión dejó que mi cabeza descanse en la ventanilla, suspiro pesadamente y cierro los ojos.

Au revoir, París. — susurro, tragándome el nudo que siento en la garganta.

Al llegar a casa fue todo un lío, tuve que calmar a mis padres antes de contarle todo lo sucedido. No se tomaron a bien mi repentina decisión de irme pero al final comprendieron que fue un arrebato por la rabia que sentía en ese momento.

Mi mejor amiga me reclamó por qué había vuelto después de contarle mi historia de amor en París, sabía que me apoyaría en todo lo que relacionase a Chris.

Para mi mala suerte también tuve que ver a los padres de mi ex marido, se disculparon totalmente avergonzados por el comportamiento de su hijo. Nunca me cayeron bien pero tampoco les iba a tomar a mal todo lo que decían, ellos no tenían la culpa de que su hijo fuera un desgraciado.

Los dos meses pasaron con demasiada rapidez, no llegué a recibir nunca ninguna llamada de Chris y yo tampoco le hablé por el simple hecho de no querer molestar.

El día del juicio llegó en un abrir y cerrar de ojos, yo estaba hecha un manojo de nervios que no sabía controlar. Acomodé mi ropa por tercera vez en la mañana, me sentía demasiado agobiada con toda la situación que me tocaba vivir ese día.

—Tienes que calmarte.— aconsejó mi amiga —. Iremos para el juzgado, tranquilízate porque todo saldrá bien.

La ida en auto fue demasiado lenta para mi gusto, noté un tic nervioso en mi pierna izquierda porque no dejé de moverla durante el trayecto.

—Diez minutos antes, soy la puta ama. — se halagó a sí misma mientras bajábamos del auto, sacó un cigarrillo del bolsillo y se puso a fumarlo en la entrada mientras esperábamos.

Un lujoso auto de color negro se estacionó justo frente al suyo, ella se fijó más que nada para que no se lo rayara pero se notaba que era un buen conductor porque lo hizo a la perfección. De este salió nada más y nada menos que el hombre que me quitaba el sueño por las noches. Vestía con un esmoquin de color azul marino y una corbata del mismo color, sacó las gafas de sol de sus ojos cuando miró en nuestra dirección.

—¿Quién es ese hombre?

Era incapaz de hablar, mis labios se encontraban sellados para impedirme formular alguna frase coherente. Christopher tomó una carpeta llena de papeleo en sus manos antes de cerrar la puerta de su auto y caminar hacia nosotras.

—Christopher Vélez, abogado de Jewel Landers. — se presentó, dejando a mi amiga con la boca abierta.

—Con abogados así me dan ganas de cometer delitos para que me defiendan.— murmuró por lo bajo.

—¿Entramos, señoritas? — preguntó —. El juicio empezará pronto.

Ambas asentimos, ella tira su cigarrillo al asfalto y lo pisa para apagarlo. Seguido caminamos para dentro y tomamos asiento. Mi mirada se cruza con la de Rusell por breves segundos, Christopher da unos golpecitos en mi hombro para llamar mi atención.

—0 contacto visual. — susurra —. Cuando tengas que hablar lo haces, pero sólo respondiendo a las preguntas que el juez formule. El resto déjamelo a mi.

Me guiña un ojo de forma discreta.

—Gracias por hacer esto, Chris.

—Ya me agradecerás, mon amour.

El juicio da comienzo, ambos abogados declaran lo que tienen para defender mientras el juez los escucha atentamente. Primero refuta el contrario y después le hacen un par de preguntas al acusado. Para finalizar soy yo quien tiene que responder las preguntas, Christopher me respalda con el gran refutamiento. Sabe muy bien que decir en cada momento, apoya la tesis y contradice, juega con el otro abogado, mira con complicidad al juez...

Sabe lo que hace en cada momento y sabe con certeza que lo hace bien, me sonríe de forma tranquilizadora en el momento que toma asiento.

—Visto para sentencia. Despejen la sala. — dice el juez.

—¿Visto para sentencia? — pregunto en dirección a mi abogado.

—El juicio se ha acabado, tardarán entre quince y cuarenta días para dar una respuesta por escrito.— me informa—. Pero hemos ganado esto, no te preocupes.

—¿Entonces...?

—Si, Jewel. — sonríe tomando mi mano—. Estás divorciada y Rusell tendrá sus años en la cárcel.

—Eres el mejor. — susurro emocionada, lo abrazo y siento como se tensa ante mi acción.

—Aquí no, sigo siendo tu abogado.

Me aparte de inmediato mientras siento la vergüenza recorrer mi cuerpo.

—Lo siento...

—No te preocupes. — murmura en voz baja mientras se levanta y toma todo el papeleo en sus manos. Yo por mi parte también me levanto y empiezo a caminar hasta la salida, me abrazo a mi mejor amiga para celebrar la victoria que le debemos al hombre que camina hacia nosotras en ese momento.

Mira el reloj que tenía en su muñeca izquierda y suspira pesadamente.

—Mi vuelo a París sale en una hora.

—Pensé que te quedarías más tiempo. — suelto inevitablemente.

—No, Jewel, ida y vuelta en el mismo día. — responde—. No vivo aquí, no es mi sitio...

—Yo soy de aquí...

—Lo sé, linda. — susurra, su mano hace contacto con la piel de mi rostro—. Ya sabes donde encontrarme.

—En París...

—Si, en París. — susurra antes de acercar su rostro al mío —. Te estaré esperando...

—Estaré en París pronto. — susurró antes de besarlo.

Un beso ansiado y tan necesitado, después de dos meses lo único que necesitábamos era el contacto del contrario. Cuando nos separamos quedamos mirándonos por varios minutos sin saber muy bien que decir y al mismo tiempo diciéndolo todo.

✨✨✨

Queda el epílogo 🤧💜

París||C.VDonde viven las historias. Descúbrelo ahora